El Perrito Raro



En una pequeña aldea, donde todos los animales se conocían entre sí, había un perrito llamado Rocco. Rocco no era un perrito cualquiera; tenía orejas de diferentes tamaños, un ojo azul y otro marrón, y su cola parecía un espiral. Por estas razones, a menudo lo llamaban el perrito raro.

A pesar de su apariencia singular, Rocco era un perrito muy simpático y juguetón. Siempre corría para jugar con los demás animales, pero ellos a veces se reían de él.

"¡Mirá a Rocco, parece un cuadro de Picasso!" - dijo una gallina, riéndose con sus amigas.

A Rocco le dolían esas palabras, pero él seguía intentándolo. Un día, decidió organizar una carrera en el parque. Todos los animales en la aldea se enteraron y, aunque a algunos no les gustaba mucho la idea, decidieron participar.

Cuando llegó el día de la carrera, Rocco estaba emocionado. A medida que los animales se alineaban en la línea de partida, él gritó:

"¡Hola a todos! ¡Espero que se diviertan! ¡Que gane el mejor!"

La carrera comenzó, y Rocco corrió con todas sus fuerzas. Sin embargo, se dio cuenta de que los demás animales tenían mucha más velocidad. Aunque no ganaba, su alegría no se desvanecía.

Mientras corría, un pequeño conejito tropezó y se cayó. Todos los demás simplemente siguieron corriendo, pero Rocco se detuvo.

"¡Oh no, el conejito!" - exclamó Rocco, retrocediendo un poco.

Se acercó al conejito, que estaba llorando.

"¿Estás bien?" - le preguntó con ternura.

"No, me lastimé el patita," - respondió el conejito, triste y asustado.

"¡No te preocupes! Te ayudaré a levantarte," - dijo Rocco mientras lo guiaba con suavidad.

Rocco ayudó al conejito a levantarse y, aunque sabía que no podía ganar la carrera, se sintió feliz de haber sido un buen amigo. Cuando volvieron a la carrera, Rocco fue el último en cruzar la línea de llegada, pero lo hizo con una gran sonrisa.

Cuando llegó, todos los animales comenzaron a aplaudir.

"¡Bravo, Rocco! No ganaste la carrera, pero fuiste el mejor amigo de todos!" - gritó la voz del pato.

Rocco sonrió y dijo:

"¡Gracias! No se trata de ganar o perder, sino de ayudar a los demás y disfrutar del tiempo juntos."

Desde ese día, Rocco ya no era visto como el perrito raro. En cambio, se convirtió en el héroe de la aldea.

Y así, los animales aprendieron que lo que verdaderamente importa no es cómo te ves por fuera, sino lo que llevas dentro. Todos somos especiales a nuestra manera, y la verdadera belleza está en cómo tratamos a los demás.

FIN.

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