El perro aventurero



Había una vez un perro llamado Maxi que vivía en un pequeño pueblo. Maxi era muy juguetón y siempre estaba buscando diversión.

Un día, mientras paseaba por el vecindario, vio a un grupo de niños jugando en la plaza. El sol brillaba intensamente y los niños corrían y reían alrededor de los juegos del parque. Maxi no pudo resistirse y se acercó a ellos moviendo la cola. - ¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes? - preguntó emocionado.

Los niños lo miraron sorprendidos pero luego sonrieron. - ¡Claro, Maxi! ¡Ven a jugar con nosotros! - exclamó Tomás, el niño más grande del grupo. Maxi saltó de alegría y empezó a correr junto a los niños.

Jugaron al escondite, al fútbol e incluso inventaron una carrera de obstáculos. El perro demostró ser muy ágil y rápido, lo cual impresionó mucho a sus nuevos amigos.

Sin embargo, mientras disfrutaban de su diversión bajo el sol radiante, comenzaron a sentirse sedientos. Los niños buscaron una fuente para beber agua pero se dieron cuenta de que estaba rota y no funcionaba. - ¡Vaya! No podemos beber agua aquí - dijo Sofía preocupada. Maxi escuchó esto y decidió ayudar.

Recordaba haber visto una canilla cerca de allí donde podrían tomar agua fresca. Sin pensarlo dos veces, corrió hasta la canilla mientras los niños lo seguían emocionados.

Cuando llegaron, descubrieron que la canilla también estaba rota y no salía ni una gota de agua. Los niños comenzaron a desanimarse, pero Maxi no se rindió. - ¡No se preocupen! ¡Tengo una idea! - dijo Maxi con entusiasmo.

El perro corrió hacia un charco cercano y empezó a lamer el agua que había en él. Los niños lo miraron sorprendidos y luego siguieron su ejemplo. Aunque al principio les pareció extraño, pronto descubrieron que el agua del charco era perfectamente segura para beber.

Los niños estaban felices de haber encontrado una solución gracias a la ingeniosa idea de Maxi. Continuaron jugando bajo el sol mientras compartían risas y diversión.

Después de un tiempo, los padres de los niños vinieron a buscarlos y quedaron impresionados por la amistad entre Maxi y sus hijos. - Parece que nuestro perro ha hecho nuevos amigos - comentó uno de los padres sonriendo. Los niños asintieron emocionados y contaron cómo Maxi les había ayudado a encontrar agua para beber en la plaza.

Los padres quedaron maravillados por la inteligencia y lealtad del perro. Desde aquel día, Maxi se convirtió en el compañero inseparable de los niños del pueblo.

Juntos disfrutaban cada tarde jugando en la plaza bajo el cálido sol, recordando siempre que la amistad puede superar cualquier obstáculo, incluso cuando parece que no hay una solución a la vista.

FIN.

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