El perro aventurero


Había una vez una niña llamada Sofía y su madre, Laura. Un soleado día, decidieron ir juntas al mercado a comprar algunas frutas y verduras frescas.

Caminaban felices por la calle cuando de repente un perro travieso apareció de la nada y tiró del bolso de Laura. -¡Ay, mi bolso! -exclamó Laura sorprendida mientras el perro corría velozmente con su preciado objeto en la boca. Sofía no podía creer lo que estaba pasando.

Quería ayudar a su mamá, así que sin pensarlo dos veces comenzó a perseguir al perro. Corrían por las calles del vecindario en una emocionante carrera.

El perro era muy rápido y habilidoso para escapar de Sofía, pero ella no se daba por vencida. Siguió corriendo con todas sus fuerzas hasta llegar a un parque cercano. El perro finalmente se detuvo debajo de un árbol y soltó el bolso.

-¡Lo logré! -gritó Sofía emocionada mientras recogía el bolso y lo devolvía a su madre. Laura estaba tan orgullosa de su valiente hija que le dio un fuerte abrazo. Luego, ambas se acercaron al árbol donde el perro descansaba tranquilamente. -Hola amiguito -dijo Sofía agachándose para acariciar al can-.

¿Por qué nos robaste el bolso? El perro miró a Sofía con ojos tiernos y pareciera decir: "Lo siento". Fue entonces cuando Sofía notó algo extraño en el collar del perro. Había una etiqueta con un número de teléfono.

-¡Mamá, mira! -exclamó Sofía mostrándole la etiqueta-. Creo que este perrito está perdido. Tenemos que llamar al número y decirle a su dueño dónde está.

Laura asintió y rápidamente llamó al número de teléfono que estaba en la etiqueta. Resultó ser el número del dueño del perro llamado Max. El hombre quedó muy contento al saber que su querida mascota estaba a salvo en el parque.

Minutos después, Max llegó corriendo al parque para reunirse con su amiguito animal. Estaba tan agradecido con Sofía y Laura por encontrar a Max que les ofreció una recompensa. -No es necesario, señor -dijo Laura sonriendo-. Hicimos lo correcto ayudando a su perro.

Sofía asintió y agregó: -Además, fue emocionante perseguirlo y rescatar el bolso de mamá.

¡Fue como vivir una aventura! Max comprendió lo valientes y generosas que habían sido Sofía y Laura, así que decidió llevarlas a tomar un helado como muestra de gratitud por su ayuda. Desde aquel día, Sofía aprendió la importancia de no rendirse ante los desafíos y siempre estar dispuesta a ayudar a los demás.

Además, se dio cuenta de cómo las pequeñas acciones pueden convertirse en grandes aventuras llenas de aprendizaje y bondad.

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