El perro azul que soñaba con ser arcoíris



Había una vez un perro llamado Pato, que se distinguía del resto de los perros por su pelaje azul. Pato vivía con su madre, Luna, y su padre, Bruno, en un acogedor hogar al borde de un bosque lleno de árboles altos y flores de colores vibrantes. Aunque Pato era muy feliz con su familia, a veces sentía que ser azul lo hacía diferente de los demás perros del barrio.

Un día, mientras paseaban por el parque, Pato vio a un grupo de perros jugando a la pelota.

"Mirá, mamá, ¿por qué no puedo ser como ellos?" - preguntó Pato, señalando a sus compañeros de juegos.

"Pato, ser diferente es algo especial. Cada uno tiene algo único que ofrecer" - le respondió Luna mientras acariciaba su suave pelaje azul.

"Pero yo quiero ser como ellos, ¡quiero jugar con la pelota!" - insistió Pato, un poco triste.

Bruno, al escuchar a su hijo, decidió que era hora de enseñarle algo importante.

"Pato, ven aquí. A veces la gente no entiende lo que es diferente, pero eso no significa que no puedas ser tú mismo. En la diversidad está la belleza del mundo" - le dijo, abrazándolo con sus patas peludas.

El perro azul pensó en lo que le decía su papá y decidió intentar unirse al juego. Se acercó a los otros perros con una gran sonrisa:

"Hola, ¡soy Pato! ¿Puedo jugar con ustedes?" - dijo, moviendo su cola con entusiasmo.

Los otros perros lo miraron un poco confundidos y uno de ellos, un labrador amarillo llamado Max, le dijo:

"Claro, pero... ¡sos azul!" - con un tono un tanto sorprendido.

En ese momento, Pato sintió un nudo en el estómago. ¿Estaba bien ser diferente?"Sí, lo sé, pero eso no me impide jugar. ¡Vamos, pasame la pelota!" - exclamó Pato con valentía.

Los demás perros, al escuchar su alegría, decidieron probar; le pasaron la pelota y Pato corrió con toda su energía. La diversión se desató, y aunque al principio miraban su color con curiosidad, pronto se dieron cuenta de que Pato era igual a ellos cuando se trataba de jugar. ¡Era rápido y tenía un gran espíritu!

Después de un rato de diversión, uno de los perros, un beagle llamado Toby, preguntó:

"Oye, Pato, ¿no tienes miedo de que todos te miren por tu color?"

Pato recordó lo que su madre y padre le habían dicho sobre ser especial y se sintió orgulloso.

"No, porque cada uno de nosotros tiene algo que nos hace únicos. ¡Y eso es lo que nos hace grandiosos!" - respondió Pato, con una sonrisa.

Los perros comenzaron a aplaudirle y a animarlo por su valentía. Al final, todos se unieron para jugar a una nueva aventura, donde cada uno aportaba su singularidad. Desde aquell día, Pato se sintió confiado y aceptado.

Cuando regresó a casa, sus padres lo esperaban ansiosos.

"¿Te divertiste, hijo?" - preguntó Luna.

"¡Sí, mamá! Jugué con otros perros y... ¡me aceptaron como soy!" - exclamó Pato con emoción.

Bruno le dio un fuerte abrazo.

"Eso es lo más importante, Pato. Nunca dejes que alguien te haga sentir menos por ser diferente. Eres único, y eso es lo que te hace especial".

Desde aquel día, Pato se volvió el perro más feliz del barrio. Ya no le importaba que su pelaje fuera azul; sabía que cada color, cada forma y cada diferencia era motivo de celebración. Y así, el perro azul siguió jugando en el parque, rodeado de amigos, donde el amor y la aceptación reinaban sobre todas las cosas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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