El perro bondadoso



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un perrito llamado Ares. Ares era conocido por ser el más valiente de todos los perros del vecindario.

Siempre estaba dispuesto a proteger a sus amigos y a ladrarle a cualquier extraño que se acercara demasiado. Un día, mientras paseaba por la plaza del pueblo, Ares vio a un grupo de niños jugando y decidió acercarse para jugar con ellos.

Pero en lugar de recibir caricias y halagos como esperaba, los niños se asustaron al verlo y salieron corriendo gritando: "¡Es Ares, el perro malo! ¡Corran!". Ares se sintió muy triste al escuchar esas palabras. Nunca antes nadie lo había llamado "perro malo".

Se quedó solo en la plaza, con la cabeza gacha y el corazón apenado. No entendía por qué los niños lo veían así. Esa noche, Ares no pudo dormir pensando en lo sucedido.

Se preguntaba si realmente era un perro malo sin darse cuenta. Decidió que al día siguiente haría todo lo posible por demostrarles a todos que él era bueno y amigable. Al amanecer, Ares salió a recorrer el pueblo decidido a cambiar su imagen.

Se acercó a cada persona que encontraba en su camino con la cola moviéndose frenéticamente y tratando de transmitirles su deseo de ser amigo. Los vecinos del pueblo notaron el cambio en Ares y comenzaron a darle una segunda oportunidad.

Le daban caricias, le ofrecían comida e incluso algunos le enseñaban nuevos juegos para divertirse juntos. Poco a poco, Ares fue recuperando su reputación como el perro más valiente pero también el más amigable del lugar.

Los niños ya no corrían asustados cuando lo veían venir sino que lo recibían con abrazos y risas.

Un día, mientras caminaba por la plaza nuevamente, vio a uno de los niños que antes lo había temido sentado solo en una banca con lágrimas en los ojos. Sin dudarlo ni un segundo, Ares se acercó lentamente y apoyó su cabeza en las piernas del niño. "¿Estás bien?", preguntó Ares con sus ojos tiernos mirando fijamente al niño.

El niño levantó la mirada sorprendido y entre sollozos respondió: "Me perdí". Sin dudarlo un segundo más, Ares comenzó a ladrar fuertemente para llamar la atención de los adultos presentes.

Gracias al ladrido insistente de Ares lograron encontrar rápidamente al padre del niño quien estaba buscándolo desesperadamente. El padre abrazó emocionado tanto al niño como al perrito héroe. Desde ese día en adelante nadie volvió jamás temerle o llamarlo "el perro malo".

Y así fue como Ares descubrió que no hace falta asustar para ser valiente; que la verdadera valentía está en saber escuchar, comprender y ayudar sin importar las circunstancias.

Y desde entonces vivió feliz siendo querido por todos en el pueblo gracias a su noble corazón lleno de amor incondicional hacia quienes le rodeaban.

FIN.

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