El perro de la bondad
Érase una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, vivían dos grandes amigos llamados Tomás y Mateo. Eran inseparables y siempre estaban juntos, compartiendo risas y aventuras.
Un día, mientras paseaban por el parque del pueblo, encontraron a un perrito abandonado. El pobre animal estaba triste y hambriento. Tomás y Mateo no pudieron resistirse y decidieron llevarlo a sus casas para cuidarlo. En casa de Tomás, llamaron al perro —"Rufus" .
Era un nombre divertido que le quedaba perfecto. En cambio, en la casa de Mateo lo llamaron —"Rocky" , porque pensaron que era fuerte como una roca. Los días pasaban y los amigos se dieron cuenta de lo importante que era ser amables con los demás.
Decidieron ayudar a las personas mayores del pueblo llevándoles sus compras o simplemente charlando con ellos para hacerles compañía.
Un día, mientras caminaban por la calle principal del pueblo, vieron a una señora mayor luchando por cargar unas bolsas pesadas. Sin dudarlo ni un segundo, Tomás y Mateo se acercaron corriendo para ofrecerle su ayuda. "¡Buenos días! ¿Necesita ayuda con esas bolsas?", preguntó Tomás sonriente.
"Oh, jóvenes tan amables como ustedes ya no se encuentran fácilmente", respondió la señora sorprendida. "Por supuesto que estamos aquí para ayudarla", agregó Mateo con entusiasmo. Juntos cargaron las bolsas hasta la puerta de la casa de la señora.
Ella les dio las gracias emocionada y les invitó a tomar un vaso de limonada. Mientras disfrutaban de la refrescante bebida, la señora les contó que no tenía familia en el pueblo y que se sentía muy sola. Los ojos de Tomás y Mateo se llenaron de tristeza al escuchar esto.
"No te preocupes, señora. A partir de ahora, nosotros seremos su familia", dijo Tomás con determinación. "¡Así es! Nunca más se sentirá sola. Nosotros estaremos aquí para cuidarla y hacerle compañía", agregó Mateo sonriente.
Desde ese día, Tomás y Mateo visitaron a la señora todos los días después del colegio. Juntos compartían risas, historias y juegos de mesa. La señora estaba feliz y agradecida por tener dos amigos tan especiales en su vida.
Un día, mientras paseaban por el parque junto a Rufus y Rocky, encontraron una caja llena de juguetes abandonados. Se dieron cuenta de que muchos niños del pueblo no tenían juguetes para jugar.
Tomás tuvo una idea brillante: organizar una colecta para recolectar juguetes usados pero en buen estado para donarlos a los niños necesitados del pueblo. Invitaron a todos sus amigos y vecinos a colaborar. La respuesta fue increíble; pronto tenían montones de juguetes listos para ser entregados.
Junto con la ayuda de la señora mayor, organizaron una gran fiesta en el parque donde repartieron los regalos entre los niños sonrientes.
Esa noche, antes de irse a dormir, Tomás y Mateo conversaron sobre lo felices que eran haciendo cosas buenas por los demás. "Amigo, me siento tan bien cuando ayudamos a los demás. ¡La bondad es la mejor forma de alegrar el mundo!", exclamó Tomás emocionado. "Tienes razón, Tomás.
Si todos nos tratáramos con amabilidad y compasión, este sería un lugar mucho mejor", respondió Mateo sonriendo. Y así, Tomás y Mateo continuaron su camino hacia la felicidad haciendo el bien en su pequeño pueblo.
Aprendieron que la bondad no solo hace felices a los demás, sino también a uno mismo. Desde ese día, su amistad se fortaleció aún más y juntos demostraron que incluso dos amigos pequeños pueden hacer una gran diferencia en el mundo con sus acciones bondadosas.
FIN.