El perro de mis sueños
Marcelo era un niño muy feliz y lleno de energía. Siempre soñaba con tener un perro, pero su madre no estaba de acuerdo.
"¡No tenemos tiempo para cuidar de un perro, Marcelo!" le decía su mamá cada vez que él le pedía uno. Marcelo se sentía triste y desanimado cada vez que pensaba en no poder tener un perro.
Pero una tarde, mientras paseaba por el parque cerca de su casa, vio a un perro callejero jugando con una pelota. El corazón del niño latió más rápido al ver al animal tan feliz y libre.
"¿Por qué no puedo tener yo también un perro?" se preguntó Marcelo mientras observaba al canino correr por el pasto. Esa noche, antes de dormir, Marcelo cerró los ojos e hizo una promesa: iba a encontrar la manera de convencer a su mamá para tener un perro.
Al día siguiente, después del colegio, Marcelo decidió hacer algo diferente: iba a ser responsable y ayudar en todo lo que fuera necesario en casa. Limpió su habitación sin que nadie se lo pidiera y hasta ofreció cocinar la cena para toda la familia.
"¡Qué sorpresa tan agradable!" exclamó su madre cuando vio todo lo que había hecho Marcelo esa tarde. "- Mamá... ¿y si me permites tener un perro? Prometo cuidarlo muy bien y ser responsable", dijo el niño tímidamente.
Su madre lo pensó durante unos minutos antes de responder: "Bueno hijo... Supongo que si eres capaz de demostrarme tu responsabilidad durante las próximas semanas, podríamos considerarlo". Marcelo saltó de alegría y abrazó a su mamá con fuerza.
Finalmente, había conseguido una oportunidad para tener un perro. Las siguientes semanas fueron muy intensas para Marcelo, pero también muy emocionantes. Se levantaba temprano cada mañana para darle de comer al gato de la casa y pasearlo por el vecindario.
Ayudaba en la limpieza del hogar y hacía sus tareas escolares sin que nadie se lo pidiera. Su madre estaba sorprendida de ver cuánto había cambiado su hijo en tan poco tiempo. "Estoy orgullosa de ti, Marcelo", le dijo un día mientras cenaban juntos.
Finalmente, llegó el gran día: la adopción del perro. Marcelo y su madre visitaron varios refugios hasta encontrar al compañero perfecto para el niño: un cachorro juguetón y cariñoso que se adaptaría bien a su estilo de vida.
Desde ese momento, Marcelo tomó la responsabilidad de cuidar a su nuevo amigo con mucha seriedad. Lo llevaba a caminar todas las mañanas antes del colegio y le daba mucho amor y atención cuando volvían a casa.
Con el tiempo, Marcelo aprendió que no siempre conseguir lo que uno quiere es fácil, pero si se trabaja duro e intenta ser responsable, todo es posible.
Además, descubrió que tener un perro no solo era divertido sino también una gran responsabilidad que valía la pena asumir.
FIN.