El Perro del Arcoíris



Había una vez un pequeño perro maltés llamado Copito. Copito vivía en un hermoso lugar, lleno de nubes esponjosas y un brillante arcoíris que cruzaba el cielo. Todos los días, Copito jugaba con otros perros que también vivían ahí, pero había algo que le preocupaba profundamente.

Uno de esos días, mientras corría y saltaba por las nubes, Copito decidió hablar con sus amigos sobre su deseo.

"Chicos, ¿no sienten que hay algo más para nosotros allá abajo?" – preguntó Copito, mientras miraba hacia la tierra.

"Pero, ¿por qué querrías ir allá?" – dijo una perra dalmata llamada Luna. "¡Es tan divertido aquí!"

Pero Copito conocía lo que significaba tener un amigo leal y cómo el amor de una mascota podía alegrar los días más oscuros. Había escuchado susurros en el viento sobre una niña llamada Sofía, que había estado triste porque su mamá no se sentía bien.

Así que, con el corazón lleno de determinación, Copito decidió que tenía que hacer algo.

"¡Tengo que ir a ayudarla!" - exclamó.

Los otros perros lo miraron con una mezcla de admiración y preocupación.

"Pero, ¿cómo lo harás?" – preguntó un bulldog llamado Max.

"Voy a pedirle a Dios que me deje bajar a la tierra" – dijo Copito, lleno de esperanza.

Con la ayuda de sus amigos, Copito se acercó a una nube que brillaba más que las demás. Allí, encontró a un hermoso ser lleno de luz y amor.

"Hola, pequeño cachorro, ¿qué deseas?" – preguntó la criatura mágica.

"Quiero ir a la tierra y convertirme en el perro de una niña que necesita consuelo. Su nombre es Sofía," - respondió Copito con sinceridad.

El ser permaneció en silencio por un momento, observando con ternura la determinación de Copito.

"Tu deseo es noble, pequeño. Puedes ir, pero recuerda que la felicidad es un regalo que se construye día a día" – dijo el ser, con una voz llena de calidez.

Y así, con un rayo de luz brillante, Copito sintió una alucinante sensación de descenso. Cuando aterrizó en un hermoso jardín, se dio cuenta de que estaba justo en frente de Sofía.

Sofía estaba sentada en un banco, mirando al suelo, con tristeza en sus ojos. Cuando Copito la vio, no pudo evitar correr hacia ella, moviendo su colita con emoción.

"¡Hola!" - ladró Copito, dejando que su alegre energía envolviera a la niña.

Sofía levantó la mirada y, por primera vez en mucho tiempo, sonrió.

"¿Quién sos, pequeño?" - preguntó, mientras se agachaba para acariciar a Copito.

"Soy tu nuevo amigo. Estoy aquí para hacerte reír y ser tu compañero" - dijo Copito, lleno de alegría.

Los días pasaron, y Copito se convirtió en el mejor amigo de Sofía. Juntos jugaron, corrieron por el jardín y, poco a poco, la tristeza de Sofía comenzó a desvanecerse.

Pero un día, Sofía comenzó a llorar y Copito no sabía cómo consolarla. Trató de hacer travesuras, pero no funcionó. Entonces, un día decidió llevarla a su lugar favorito: el arcoíris en el cielo.

"Subímonos a esta nube y verás cosas increíbles" - dijo Copito, llevándola a un rincón mágico del jardín donde la luz del sol se reflejaba en los colores.

Sofía cerró los ojos y, cuando los abrió, se encontró rodeada de un hermoso arcoíris. En ese momento, la tristeza se esfumó y una sonrisa volvió a su rostro.

"¡Es hermoso!" - exclamó Sofía.

"Como tú, Sofía. Tiene diferentes colores, pero juntos forman algo hermoso" - dijo Copito.

Desde ese día, Sofía aprendió que la vida tenía sus altibajos, pero siempre había forma de encontrar luz incluso en los momentos oscuros. Y cada vez que miraba el arcoíris, recordaba a Copito y la magia de la amistad.

Copito, por su parte, estaba feliz de haber dado alegría a Sofía y aprendió que ser un buen amigo significaba estar ahí, compartir risas y ofrecer amor.

FIN.

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