El perro del parque



Había una vez una niña llamada Ana que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos y jardines. Ana era una niña curiosa, llena de energía y siempre buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Ana encontró un perro abandonado. El pobre perro estaba desnutrido y tenía aspecto triste. Sin pensarlo dos veces, Ana decidió llevarlo a su casa para cuidarlo.

Cuando llegó a casa, su mamá se sorprendió al ver al perro junto a Ana. "-¡Ana! ¿De dónde sacaste ese perro?", preguntó su mamá sorprendida. "-Mamá, lo encontré en el parque y estaba muy triste. Quiero cuidarlo", respondió la niña con ojos llenos de ternura.

La mamá de Ana sabía que tener un perro implicaba mucha responsabilidad, pero también sabía lo feliz que haría a su hija tener una mascota. Así que decidieron darle la oportunidad al perro y aagarrarlo en su hogar.

Con el tiempo, el perro comenzó a recuperarse gracias al amor y los cuidados de Ana y su mamá. Le pusieron por nombre Amigo porque se convirtió en el mejor amigo de la familia.

Amigo no solo se convirtió en un miembro más de la familia, sino que también se convirtió en el protector de Ana cuando salían a jugar al parque o caminaban por las calles del pueblo.

Una tarde soleada, mientras paseaban por el parque como solían hacerlo todos los días, algo inesperado ocurrió: vieron cómo algunos niños mayores molestaban a un niño más pequeño. Ana no podía quedarse de brazos cruzados, así que decidió intervenir.

"-¡Dejen de molestarlo! ¡Es muy malo lo que están haciendo!", gritó Ana valientemente. Los niños mayores se sorprendieron y se alejaron sin decir una palabra más. El niño al que estaban molestando se acercó a Ana con los ojos llenos de lágrimas y le dijo: "-Gracias por ayudarme.

Me llamo Tomás y soy nuevo en el pueblo". Ana sonrió y le extendió la mano, diciendo: "-Soy Ana, mucho gusto. ¿Quieres jugar con nosotros?"A partir de ese día, Ana, Amigo y Tomás se convirtieron en inseparables amigos.

Juntos exploraban el bosque cercano, construían fuertes en los árboles e inventaban historias fantásticas. La amistad entre ellos creció cada día más y aprendieron muchas cosas juntos.

Aprendieron sobre el valor de la solidaridad, del respeto hacia los demás y del coraje para defender lo que es justo. Con el tiempo, otros niños del pueblo también se unieron a sus aventuras. El parque siempre estaba lleno de risas y juegos gracias a la amistad entre todos ellos.

Y así fue como una simple decisión de cuidar a un perro abandonado llevó a Ana hacia una hermosa amistad llena de aprendizajes y diversión.

Siempre recordaría aquel día en el parque como uno de los momentos más especiales de su vida. Y desde entonces, Ana supo que no importaba cuán pequeños o grandes fueran nuestros actos; siempre podemos hacer la diferencia si tenemos amor en nuestros corazones y estamos dispuestos a ayudar a los demás.

FIN.

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