El perro futbolista



Había una vez, en un pequeño pueblo costero de Argentina, un grupo de niños llamados Martín, Sofía, Lucas y Valentina. Todos ellos eran grandes amigos y les encantaba pasar sus días jugando en la playa.

Un día soleado, decidieron llevar su pelota a la playa para jugar al fútbol. Pero justo cuando estaban a punto de empezar el partido, escucharon un ladrido proveniente de detrás de las dunas.

Se asomaron con curiosidad y vieron a un perro callejero que los miraba con ojos tristes. - ¡Oh no! ¿Qué le habrá pasado? -exclamó Sofía preocupada. Los niños se acercaron lentamente hacia el perro y notaron que cojeaba.

Sin dudarlo, Martín se quitó la camiseta y envolvió su pata herida para protegerla. - No te preocupes amigo, nosotros te vamos a ayudar -dijo Lucas mientras acariciaba al perro. Decidieron llamarlo —"Pulga"  por su tamaño diminuto pero lleno de energía.

A partir de ese momento, Pulga se convirtió en parte del equipo y juntos disfrutaban cada tarde jugando en la playa. Sin embargo, pronto descubrieron que Pulga tenía un talento especial: era increíblemente bueno atrapando la pelota con su boca.

Los niños quedaron sorprendidos por sus habilidades y comenzaron a entrenarlo para ser el mejor jugador del equipo. Dedicaban horas enteras enseñándole diferentes trucos y técnicas futbolísticas. Pronto Pulga se destacó tanto que incluso los adultos del pueblo venían a verlo jugar maravillados.

Los niños estaban orgullosos de su amigo animal y se dieron cuenta de que juntos podían lograr cualquier cosa. Un día, mientras los niños entrenaban en la playa, un hombre llamado Roberto se acercó a ellos con una sonrisa.

Resultó ser el dueño de un equipo profesional de fútbol y estaba impresionado por las habilidades de Pulga. - ¡Chicos, este perro es asombroso! ¿Les gustaría que forme parte de nuestro equipo? -preguntó emocionado Roberto.

Los niños no podían creer lo que escuchaban. Sabían que si aceptaban la oferta, Pulga tendría una vida llena de oportunidades y aventuras. Aunque les dolía separarse de su amigo, sabían en sus corazones que era lo mejor para él.

- ¡Pulga, te vamos a extrañar mucho! Pero sabemos que tienes un futuro brillante por delante -dijo Valentina con lágrimas en los ojos. Después de despedirse con abrazos y promesas de mantenerse en contacto, Pulga partió hacia su nuevo hogar futbolístico.

El pequeño perro callejero se convirtió en una leyenda del fútbol argentino y siempre recordaba a sus amigos humanos como sus primeros entrenadores y compañeros.

Los niños también siguieron adelante con sus vidas pero nunca olvidaron la valiosa lección que habían aprendido: no importa cuán pequeños o diferentes sean, todos tenemos talentos especiales dentro de nosotros esperando ser descubiertos. Y cuando trabajamos juntos y nos apoyamos mutuamente, podemos alcanzar nuestras metas más grandes e inimaginables.

Y así, la historia de Pulga se convirtió en una inspiración para todos los niños del pueblo, recordándoles que nunca deben subestimar el poder de sus sueños y la importancia de la amistad verdadera.

FIN.

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