El perro héroe y la misión de Diana



En un soleado día en la ciudad de Buenos Aires, Diana, una niña de diez años, estaba preocupada por las personas que no tenían comida. Decidió que era hora de hacer algo al respecto. Armando sus mercaditos llenos de frutas, galletas y jugo, se encontraba lista para salir.

Su fiel amigo, un perro llamado Choco, un mestizo de orejas largas y pelaje marrón, la miraba con curiosidad mientras ella recogía las bolsas.

"¡Choco, ven! Vamos a ayudar a algunos indigentes, los necesitamos!" - dijo Diana con una sonrisa.

Choco, siempre listo para la aventura, movió su cola con entusiasmo y la siguió a donde ella iba.

Mientras caminaban, Diana contaba historias sobre las personas a las que ayudarían. Pero, en el camino, se encontraron con un grupo de niños que estaban jugando a la pelota en un parque.

"¡Diana! ¡Ven a jugar!" - gritaron los niños.

"No puedo, chicos. Estoy en una misión especial con Choco. Vamos a repartir comida a quienes más lo necesitan" - les respondió Diana.

"¡Yo también quiero ayudar!" - dijo Lucas, un niño de su clase.

Diana pensó por un momento. "¡Genial, Lucas! Vení con nosotros." - Y así, los tres, con Choco al frente, continuaron su viaje.

Al llegar a la primera esquina, encontraron a un hombre mayor sentado en un banco. Su ropa estaba desgastada y su mirada era triste.

"¡Hola! Soy Diana, y este es Choco. Trajimos algo para vos" - explicó Diana mientras se agachaba para ofrecerle una bolsa de mercaditos.

"Gracias, niña" - respondió el hombre with una sonrisa que iluminó su rostro. "No esperaba encontrar bondad hoy."

A medida que avanzaban, notaron que se acumulaba gente. Diana se sintió feliz de ver a tantas personas sonriendo. Pero luego, se dieron cuenta de que algunas bolsas se estaban vaciando.

"¡Oh no! Solo tenemos un par de mercaditos más!" - se preocupó Lucas.

"No te preocupes, tenemos que ser inteligentes. Choco, ¿qué podríamos hacer?" - Diana miró a su perro, que comenzó a olfatear y a mover la cola enérgicamente.

De repente, Choco empezó a correr hacia una zona donde un grupo de personas estaba reunido. Al llegar, Diana y Lucas pudieron ver que había otro chico con un carrito de frutas. Él también estaba compartiendo con quienes lo necesitaban.

"¡Hola! Soy Juan. Estoy viendo cómo ayudar a la gente. ¿Por qué no compartimos lo que tenemos?" - ofreció el chico.

Diana sintió una gran alegría. "Claro, pero tenemos que organizarlo. Choco es un experto en traer sonrisas. ¿Qué te parece si hacemos una fila?"

Con la ayuda de Juan, se formó una fila ordenada. Choco, emocionado, corría de un lado a otro, trayendo a más gente para que recibieran los mercaditos.

Mientras tanto, la sonrisa del hombre mayor y la alegría de los niños se contagió a todos. Pronto, todos estaban celebrando juntos.

"¡Miren lo que hemos hecho! ¡Juntos podemos ayudar a muchos más!" - dijo Lucas, con los ojos brillando de felicidad.

Y así, de repente, Choco se convirtió no solo en un perro, sino en un héroe. Las risas y voces alegres resonaban en la calle, llenando el aire de esperanza, recordándoles a todos que con un poco de colaboración y amor se puede cambiar el mundo.

Antes de regresar a casa, Diana, Choco y Lucas, aseguraron que todos tuvieran al menos un mercadito en las manos. A medida que se alejaban, el hombre mayor les gritó:

"¡Gracias, chicos! ¡Ustedes son un verdadero ejemplo para todos!"

"Siempre hay que ayudar a los demás" - respondió Diana, con la cara llena de alegría.

"¡Sí! ¡Y más adelante podemos hacer esto otra vez!" - agregó Lucas, entusiasmado.

"¡Choco, el héroe!" - rió Diana, acariciando a su perro, que le devolvía la mirada llena de amor.

El sol se ponía, y con él, se cerraba una jornada especial, pero Diana sabía que esto era solo el comienzo de muchas aventuras para ayudar a los que más lo necesitan, siempre con su amigo Choco a su lado.

FIN.

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