El perro lobo que fue a la escuela



Había una vez en un pequeño pueblo una manada de lobos que vivía en armonía con los habitantes. Entre ellos, se destacaba Luna, una cachorra de lobo con la curiosidad y el espíritu aventurero de un perro callejero.

Luna, a diferencia de sus hermanos lobos, sentía una inmensa curiosidad por el mundo de los humanos. Un día, mientras paseaba por el pueblo, vio a un grupo de niños entrando a la escuela con gran entusiasmo.

Fascinada por la escena, Luna decidió que quería experimentar lo mismo. Sin dudarlo, se coló por la puerta trasera de la escuela y se mezcló con los demás niños. -¿Quién es el nuevo compañero animal? -preguntó curioso un niño llamado Tomás.

-Soy Luna, un perro lobo. ¡Vine a aprender con ustedes! -respondió la cachorra, moviendo la cola emocionada. Los niños, sorprendidos por la inusual visita, decidieron llevar a Luna ante la directora.

Después de una larga conversación, la directora les propuso una idea: Luna podía quedarse en la escuela como la nueva mascota, a condición de que asistiera a todas las clases y se comportara como un alumno ejemplar. Luna aceptó felizmente el desafío.

A lo largo de los días, Luna participó en todas las clases, aprendió matemáticas, ciencias y hasta jugó en el recreo con los demás niños. Los niños, por su parte, aprendieron mucho de Luna: sobre la naturaleza, el respeto por los animales y la importancia de la diversidad.

La cachorra lobo se convirtió en la mascota más querida de la escuela, y su presencia estimuló a los niños a investigar y aprender sobre la vida salvaje. Todos en el pueblo estaban encantados con la transformación de Luna.

Al final del año escolar, la directora organizó una graduación especial para Luna, donde recibió un diploma de honor por su asistencia y dedicación. Con lágrimas en los ojos, la directora agradeció a Luna por enseñarles tanto a todos.

Luna, feliz y orgullosa, regresó a la naturaleza con un nuevo conocimiento y la satisfacción de haber dejado una huella positiva en la comunidad.

Desde entonces, los niños del pueblo se convirtieron en defensores de la vida salvaje, gracias a la inolvidable experiencia que compartieron con Luna.

FIN.

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