El perro mágico


adopción. Dobby y sus hermanitos estaban un poco tristes al verse separados de sus papás, pero sabían que era lo mejor para ellos.

Perla y Enrique pusieron un cartel en la cerca que decía "Cachorritos en busca de hogar amoroso". Esperaban que alguien los viera y decidiera llevarlos a su casa. Pasaron los días y Dobby se preguntaba si alguna familia vendría a buscarlos. Mientras tanto, él y sus hermanitos jugaban juntos en el jardín.

Saltaban, corrían y se divertían sin preocupaciones.

Un día, mientras jugaban cerca de la cerca, escucharon una voz dulce que decía: "¡Hola, cachorritos! ¿Están buscando un hogar?" Los perritos miraron hacia arriba y vieron a una niña llamada Sofía sonriendo frente a ellos. Dobby se acercó tímidamente a la niña y le lamio la mano. Sofía rió felizmente y dijo: "¡Eres tan lindo! Me encantaría llevarte a mi casa".

Dobby movió su colita emocionado mientras sus hermanitos también se acercaban curiosos. Sofía llevó a Dobby con mucho cuidado hasta su casa. Allí vivía con su mamá, papá y su abuelito Don Pedro. Cuando llegaron, todos quedaron encantados con el pequeño perrito.

Decidieron llamarlo Dobby porque le recordaba al elfo libre de las películas que les gustaba ver juntos. Los días pasaron rápidamente para Dobby en su nuevo hogar.

Aprendió muchas cosas junto a Sofía: cómo sentarse cuando le pedían, dar la pata y hasta a hacer trucos. Además, Dobby se dio cuenta de que era muy inteligente y siempre estaba dispuesto a aprender más.

Un día, mientras Sofía jugaba en el parque con Dobby, vieron a un grupo de niños que no parecían muy felices. Uno de ellos, llamado Lucas, tenía una silla de ruedas y parecía triste porque no podía correr y jugar como los demás. Sofía decidió acercarse y preguntarle si quería jugar con ellos.

Lucas al principio dudó un poco, pero luego aceptó. Sofía le enseñó cómo lanzar la pelota para que Dobby la atrapara y todos comenzaron a reírse y divertirse juntos. Desde ese día, Dobby se convirtió en el mejor amigo de Lucas.

Juntos descubrieron que no importa las dificultades que tengamos en la vida; siempre hay una forma de superarlas y encontrar momentos felices. Dobby también visitaba regularmente una casa hogar para ancianos junto a su abuelito Don Pedro.

Allí alegraba el día de los abuelitos con sus travesuras y cariño. Los abuelitos sonreían cada vez que veían a Dobby entrar por la puerta.

Con el tiempo, Sofía se dio cuenta del gran impacto positivo que Dobby había tenido en su vida y en la vida de los demás. Decidió convertirlo en un perro terapeuta para ayudar a personas necesitadas. Así fue como Dobby recibió entrenamiento especial para convertirse en perro terapeuta certificado.

Visitaba hospitales, escuelas especiales e incluso asilos de animales para llevar alegría y amor a quienes más lo necesitaban. Dobby vivió una vida llena de aventuras, amistades y momentos felices.

Siempre recordó su humilde comienzo en el jardín cerca de la cerca y agradeció a Perla y Enrique por haberlo dado en adopción. Y así, Dobby demostró que no importa cuál sea nuestra historia o dónde hayamos comenzado, todos tenemos el poder de hacer una diferencia en el mundo.

Con amor, compasión y un poquito de magia, podemos cambiar vidas y llenar corazones de felicidad.

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