El Perro Malo y el Perro Bueno
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina un perro llamado Rocco. Rocco era conocido como el perro malo del lugar. Siempre estaba haciendo travesuras: ladraba a los carteros, rompía bolsas de basura y correteaba detrás de las bicicletas. Los niños del barrio le tenían miedo y preferían jugar lejos de él.
Un día, mientras Rocco estaba en su habitual ronda de travesuras, conoció a un perro nuevo que había llegado al vecindario. Su nombre era Lucho, y era un perro bueno y amable. Lucho siempre ayudaba a los demás y hacía felices a todos con su alegría.
"Hola, Rocco! ¿Por qué siempre haces cosas malas?" - preguntó Lucho con curiosidad.
"No son cosas malas, son travesuras. Solo me divierto un poco. La vida es aburrida si no hago nada divertido" - respondió Rocco, mientras corría tras una mariposa.
Lucho se sorprendió por la respuesta de Rocco y decidió mostrarle lo que significaba ser un perro bueno.
"Okay, ¿qué te parece si jugamos juntos? Yo tengo un juego que podría gustarte" - dijo Lucho moviendo su cola.
Intrigado, Rocco aceptó. Lucho propuso un juego de atrapar la pelota. Al principio, Rocco era desorganizado y terminaba haciendo un desastre, pero poco a poco, empezó a disfrutar del juego y a seguir las reglas. Al final del día, ambos habían corrido y reído tanto que Rocco se sintió realmente feliz.
"Wow, nunca había jugado así. Esto es mucho más divertido que asustar a la gente" - dijo Rocco, con una gran sonrisa en su rostro.
A partir de ese día, Rocco y Lucho se volvieron inseparables. Rocco comenzó a aprender de Lucho y, en lugar de hacer travesuras, empezó a ayudar a sus vecinos. Juntos, recogían residuos en el parque, ayudaban a las viejitas a cruzar la calle y hacían que los niños se rieran.
Sin embargo, un día, un grupo de gatos traviesos llegó al pueblo y comenzaron a causar desastres. Se subían a los techos, hacían ruido y asustaban a la gente por la noche. Los habitantes, asustados, no sabían qué hacer. Rocco se dio cuenta de que esta era una oportunidad perfecta para demostrar que ya no era el perro malo y que podía ser un héroe.
"¡Lucho! ¡Debemos hacer algo! No podemos dejar que estos gatos sigan asustando a nuestros amigos" - exclamó Rocco, decidido.
"¡Tienes razón, Rocco! Pero, ¿cómo lo haremos?" - respondió Lucho.
Ambos perros se pusieron a pensar. Juntos idearon un plan: Lucho distraería a los gatos mientras Rocco corría a buscar a los dueños de casa para que se unieran y ayudaran a captar a los traviesos felinos.
La noche llegó y los gatos comenzaron su espectáculo. Lucho salió corriendo por el medio de la calle, ladrando y saltando. Los gatos, sorprendidos, comenzaron a perseguirlo. Mientras tanto, Rocco fue a cada casa, explicando la situación.
Los vecinos, al escuchar las travesuras de los gatos, decidieron unirse y salir a ayudar. Armados con linternas y maderas, formaron un gran grupo. Al ver que había tantas luces, los gatos se asustaron y decidieron escapar, dejando a los habitantes en paz.
"Y así, Rocco, te has convertido en un perro bueno y un héroe" - dijo uno de los vecinos mientras le acariciaba la cabeza a Rocco.
Con el tiempo, el pueblo dejó de ver a Rocco como el perro malo. Ahora era un amigo querido y todos los niños jugaban con él. Rocco había aprendido que ser bueno podía ser mucho más divertido que ser travieso.
"¡Gracias, Lucho! Nunca pensé que podría cambiar y hacer tantas cosas buenas" - le dijo Rocco.
"Siempre hay una segunda oportunidad, amigo. Y yo estoy feliz de que ahora seas el perro bueno que todos conocen" - respondió Lucho, sonriendo.
Así, Rocco y Lucho vivieron muchas más aventuras juntos, demostrando que con un poco de amistad y esfuerzo, todos podemos cambiar para mejor.
FIN.