El Perro Pegamento y su Gran Aventura



Había una vez en un pequeño barrio una mascota muy especial llamada Pegamento. Era un perrito de pelaje marrón y ojos brillantes, conocido por pegarse a todos los que querían jugar con él. Los niños lo adoraban y siempre decían que Pegamento era el mejor compañero para aventuras.

Un soleado día de primavera, los niños del barrio decidieron hacer un picnic en el parque. Llevaron sándwiches, frutas y, por supuesto, a Pegamento. Mientras los pequeños se sentaban en el césped, Pegamento corrió en círculos, saltando de alegría por todo el lugar.

De repente, en medio de su fiesta y travesuras, Pegamento vio una gran pelota roja que había rodado hacia él. Sin pensarlo, corrió hacia la pelota a toda velocidad y, sin querer, se tropezó con una piedra. "¡Ay!"- exclamó. Con el impulso de la caída, Pegamento aterrizó justo en un charco de pegamento que había dejado olvidado el día anterior un artista que trabajaba cerca.

Cuando se levantó, se dio cuenta de que su pelaje estaba pegajoso y que se había quedado literalmente pegado al suelo. "¡Oh no! ¿Qué voy a hacer ahora?"- se lamentó, tirando de sus patas, pero sin éxito. Los niños, al verlo, comenzaron a reír. "¡Mirá a Pegamento! Se está pegando al barrio entero!"- gritó Juani.

Pero Pegamento no se dejó llevar por la risa de los chicos. En lugar de eso, pensó en cómo podría salir de ese lío. Y así, decidió pedir ayuda: "¡Chicos! ¡Ayúdenme! Necesito salir de este charco antes de que llegue más gente!"-

Los niños se acercaron corriendo, algunos llevando pañuelos y otros un poco de agua para limpiarlo. "No te preocupes, Pegamento. Te vamos a ayudar!"- dijo Mica, mientras intentaba despegar la pata del perro del pegamento.

Pero el pegamento era muy fuerte. A cada tirón, Pegamento se sentía cada vez más atrapado. "Tal vez necesito pensar de otra manera"- reflexionó Pegamento.

A medida que lo intentaban, Pegamento tuvo una idea brillante. "Chicos, ¡qué tal si saltamos todos juntos y hacemos que el pegamento se rompa! ¡Contemos hasta tres y saltemos!"-

Los niños se miraron entre ellos, sorprendidos, pero decidieron intentarlo. "¡Está bien! Vamos a intentar tu plan, Pegamento!"- sugirió Nico, el más atrevido del grupo.

Contaron juntos: "¡Uno, dos, tres!"- Y todos saltaron al unísono, riendo y gritando.

¡El charco de pegamento comenzó a despegarse! Pegamento, sintiéndose un poco como un superhéroe, gritó: "¡Sí! ¡Lo logramos!"- Mientras todos reían, el perrito logró liberarse por fin.

Cuando estaba libre, Pegamento se sacudió de un lado a otro como un perro feliz. "¡Gracias, amigos! Nunca subestimen el poder del trabajo en equipo. ¡Podemos lograr cualquier cosa si estamos juntos!"-

Al final del día, aunque su pelaje quedó algo desordenado y un poco pegajoso, Pegamento había aprendido lo importante que es pedir ayuda y también lo valioso de trabajar en equipo.

Desde ese día en adelante, cada que alguien necesitaba ayuda, ya era común escuchar a Pegamento decir: "Recuerden, ¡juntos somos más fuertes!"- Y nunca dejó de animar a todos a que trabajarán en equipo, convirtiéndose en un verdadero símbolo de amistad.

Y así, con cada aventura, Pegamento y sus grandes amigos se volvieron inseparables y enseñaron a todo el barrio que la ayuda y el trabajo en equipo siempre son la mejor solución, sin importar cuán pegajoso pueda parecer un problema en la vida.

FIN.

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