El perro perdido


Había una vez, en un hermoso parque, un niño llamado Lucas. Lucas siempre disfrutaba de jugar al aire libre, correr entre los árboles y reír con sus amigos. Un día soleado, mientras jugaba, vio a lo lejos a un perro dando vueltas en círculos, parecía estar perdido. Sin dudarlo, Lucas se acercó al perrito y notó que no tenía collar.

- ¿Estás perdido, amiguito? – preguntó Lucas mientras acariciaba al perro.

El perrito movió la cola, como si entendiera las palabras de Lucas, y ambos iniciaron una aventura juntos. Lucas tomó al perro en brazos y decidió llevarlo a casa.

Al llegar a su hogar, Lucas le dio agua y comida al perrito. Lo acarició con ternura y decidió llamarlo Rocky, por su valentía al perderse en el parque. Los días pasaron, y Lucas cuidó de Rocky con amor y paciencia, pero siempre con la esperanza de encontrar a su familia.

Un día, Lucas y Rocky vieron a un grupo de personas preguntando por un perro perdido. ¡Era la oportunidad! Lucas se acercó con una sonrisa en el rostro y les dijo que había encontrado a su perro. Las lágrimas de felicidad recorrieron los rostros de la familia de Rocky al verlo a salvo.

- Muchas gracias, Lucas. Estamos muy agradecidos por haber cuidado de Rocky. Eres un niño valiente y generoso – dijo la mamá de Rocky, abrazando a Lucas.

Lucas sintió una felicidad abrumadora al ver la alegría de la familia de Rocky. Había hecho algo bueno, había ayudado a que Rocky regresara a su hogar. Desde ese momento, Lucas supo que la bondad y el amor podían hacer la diferencia en la vida de los demás. Y así, continuó jugando, riendo y compartiendo su amor con todos a su alrededor.

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