El perro perdido en la plaza


Martín y Eugenia, dos niños curiosos y llenos de energía, decidieron dar un paseo por la plaza del barrio. Mientras caminaban, Mateo vio algo moverse entre los arbustos.

Se acercaron con curiosidad y, para su sorpresa, encontraron un lindo perro juguetón. El perro no llevaba collar, pero Mateo notó que tenía un brillo especial en los ojos. - ¡Mira, Euge, encontramos un perrito en la plaza! ¡Debe estar perdido! - exclamó Mateo emocionado.

Eugenia, igual de entusiasmada, se acercó con suavidad al perro y le acarició la cabeza. El perro movió la cola con alegría. En ese momento, escucharon a lo lejos voces angustiadas. Era el dueño del perro, un señor mayor que buscaba desesperadamente a su mascota.

- ¡Señor, señor! ¡Creo que encontramos a su perro! - gritó Eugenia emocionada. El hombre se acercó corriendo y, al ver al perro, sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad.

- ¡Gracias, niños, muchas gracias! ¡Pensé que nunca volvería a ver a mi querido Lupín! - dijo el hombre con emoción. El hombre abrazó a su perro con ternura y agradeció a Mateo y Eugenia por haberlo encontrado.

Luego les contó que Lupín se había escapado de casa y él lo había estado buscando por toda la plaza. Los niños se despidieron del hombre y su perro, con una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de alegría.

Desde ese día, Mateo y Eugenia aprendieron lo importante que es ayudar a los demás, aunque sean pequeñas acciones, y cómo una buena acción puede traer felicidad a otras personas.

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