El perro perdido y la manada de lobos
Érase una vez, en un bosque frondoso y lleno de vida, un pequeño perro llamado Roco. Su pelaje era marrón y su cola, siempre moviéndose de un lado a otro, denotaba su alegría. Sin embargo, un día, su dueño se olvidó de llevarlo en un paseo y, en un despiste, Roco se perdió.
Mientras corría con su corazón latiendo fuerte, Roco se dio cuenta que estaba en un lugar desconocido. Estaba abandonado y asustado. Buscó a su dueño durante horas, pero no había rastro de él. Decidido a no rendirse, el pequeño perro comenzó a explorar el bosque, esperando encontrar su camino a casa.
Caminando entre los árboles, Roco se topó con una familia de lobos. Eran tres lobos grandes y fuertes, y Roco sintió un escalofrío recorrer su espalda. Estaba a punto de huir, pero el más viejo de los lobos, una loba llamada Luna, le habló.
"¿Qué haces aquí, pequeño? Este no es un lugar para un perro solitario."
Roco, temblando, contestó:
"Me perdí y no sé cómo volver a casa."
Luna lo miró con compasión y le dijo:
"Si deseas, puedes unirte a nosotros. Te enseñaremos a sobrevivir en el bosque."
Aunque tenía miedo, Roco comprendió que no tenía muchas opciones. Aceptó la oferta y se unió a la manada. Los días pasaron, y Roco aprendió muchas cosas de los lobos. Aprendió a cazar, a buscar agua y a moverse silenciosamente entre los árboles.
Un día, mientras recorrían el bosque, se encontraron con un ciervo. Roco, que había estado practicando, se puso nervioso. Los lobos se mantuvieron en silencio y le susurraron:
"Debes concentrarte, Roco. No te asustes, sigue tus instintos."
Con un profundo suspiro, Roco corrió y, para su sorpresa, fue capaz de atrapar al ciervo, ayudando a la manada. Todos se alegraron y le dijeron:
"¡Grande, Roco! Nunca imaginamos que podrías hacerlo. ¡Eres uno de nosotros!"
Roco se sintió feliz y orgulloso, pero a la vez, le comenzó a pesar el corazón. ¿Realmente quería ser un lobo? Los lobos lo querían y lo habían aceptado, pero extrañaba su hogar. Un día, tomó la decisión de hablar con Luna.
"Luna, me siento afortunado de estar con todos ustedes, pero extraño a mi familia. Creo que debo volver a buscar mi hogar."
Luna lo miró con cariño y le dijo:
"A veces, el hogar no solo es un lugar, sino un sentimiento, Roco. Puedes ir a buscarlo, pero recuerda que siempre serás parte de nuestra manada."
Roco se despidió de sus amigos lobo y se dirigió hacia la parte del bosque donde primero se había perdido. Se sintió triste, pero sabía que debía intentarlo. Después de varios días de búsqueda, Roco vio una silueta familiar: ¡era su dueño!"¡Roco! ¡Estaba tan preocupado por vos!"
Roco corrió hacia él y lo abrazó con su pequeño cuerpito.
Roco se dio cuenta de que aunque había aprendido mucho y hecho amigos entrañables, en su corazón siempre había un lugar para su familia humana. Decidió llevar un poco de la sabiduría que había adquirido en el bosque.
Desde ese día, Roco vivió feliz con su dueño, pero también mantuvo su vínculo con la naturaleza. Visitaba el bosque a menudo, aprendiendo más sobre los animales, compartiendo aventuras, y siempre recordando que en el corazón de un perro late la valentía y el amor por la familia, sin importar dónde se encuentren.
Y así, Roco aprendió que la familia puede estar en diferentes lugares y en distintos seres, pero siempre será la que te hace sentir en casa.
FIN.