El perro perseverante



Había una vez un perro llamado Cirilo que vivía en un hermoso vecindario. Era un perro muy juguetón y cariñoso, pero se sentía triste porque no tenía amigos con quien jugar.

Un día, mientras paseaba por el parque, Cirilo vio a un grupo de niños divertidos corriendo y riendo juntos.

Se acercó tímidamente y les dijo:- ¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes? Los niños se miraron entre sí y uno de ellos respondió:- Lo siento, Cirilo, pero somos un grupo cerrado. No podemos aceptar más amigos en nuestra pandilla. Cirilo se sintió desanimado, pero no se rindió. Decidió buscar otro lugar donde pudiera encontrar amigos.

Caminó hasta llegar a una plaza donde había muchos perros jugando.

Se acercó a uno de ellos llamado Toby y le preguntó:- Hola Toby, ¿puedo jugar contigo y tus amigos? Toby lo miró con desdén y dijo:- Lo siento Cirilo, pero solo permitimos que los perros de raza jueguen con nosotros. Cirilo estaba cada vez más triste. Pensaba que nunca encontraría amigos que lo aceptaran tal como era. Pero decidió seguir buscando.

Un día, mientras caminaba por la calle principal del vecindario, vio a una niña llamada Sofía alimentando palomas en la plaza central. Se acercó lentamente y le preguntó:- Hola Sofía, ¿puedo ayudarte a alimentar las palomas? Sofía sonrió amablemente y respondió:- Claro Cirilo, me encantaría que me ayudes.

Las palomas son muy amigables y siempre están buscando nuevos amigos. Cirilo se sintió emocionado y comenzó a alimentar a las palomas junto a Sofía. Pronto, las palomas se acercaron confiadas y Cirilo pudo jugar con ellas.

A medida que pasaban los días, Cirilo y Sofía se volvieron grandes amigos. Juntos, exploraron el vecindario, jugaron en el parque e incluso organizaron una fiesta de cumpleaños para Cirilo.

Pero lo más importante fue que Sofía enseñó a Cirilo la importancia de ser uno mismo y no rendirse ante la adversidad. Le mostró cómo encontrar amigos verdaderos que lo aceptaran tal como era. Con el tiempo, otros niños del vecindario vieron la amistad entre Cirilo y Sofía, y decidieron darle una oportunidad al perro juguetón.

Pronto, Cirilo tenía un grupo de amigos leales con quienes compartir aventuras todos los días.

Y así, gracias a su perseverancia y la valiosa amistad de Sofía, el perro Cirilo aprendió que nunca debemos renunciar a nuestros sueños de tener amigos verdaderos. Porque siempre habrá alguien especial ahí afuera esperando conocernos tal como somos.

FIN.

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