El Perro que Encontraron
Era un hermoso día de primavera en un pequeño vecindario de Buenos Aires. Carlos, Esteban y Juan, tres amigos inseparables, decidieron salir a dar un paseo por el parque. El sol brillaba y los pájaros cantaban en los árboles. Sin embargo, lo que no esperaban era que su caminata tomaría un giro inesperado.
Mientras caminaban y se reían, Juan exclamó:
"¡Miren! ¿Qué es eso allá en el arbusto?"
Los amigos se acercaron despacio y, para su sorpresa, encontraron a un pequeño perrito que temblaba de miedo. Tenía el pelaje desordenado y se notaba que estaba muy asustado.
"¡Pobrecito! Se ve muy asustado", dijo Carlos, arrodillándose para acercarse al perrito.
Esteban observó y dijo:
"Está claro que está solo. ¿Qué podemos hacer?"
Juan, que siempre había querido tener un perro, dijo entusiasmado:
"¡Deberíamos ayudarlo! ¡No puede quedarse aquí solo!"
El perrito los miró con ojos grandes y asustados. Carlos sacó su mochila y, buscando algo de comida, encontró una galleta que había traído. La ruptura del envoltorio llamó la atención del perrito, que se acercó lentamente.
"Aquí tienes, amigo, come", dijo Carlos, ofreciéndole la galleta mientras el perrito la tomaba con rapidez.
"Parece que tiene hambre, ¡y mucho!", comentó Esteban.
Tras comer, el perrito comenzó a mover su cola tímidamente. Los amigos sonrieron, emocionados de ver cómo el perrito empezaba a sentir confianza.
"¿Qué haremos después? Necesitamos llevarlo a un lugar seguro, no podemos dejarlo aquí", sugirió Juan.
"¡Sí! ¡Podemos llevarlo a casa de alguno de nosotros!", propuso Carlos.
Luego de varias discusiones, decidieron llevar al perrito a la casa de Juan. En el camino, hablaron sobre cómo podrían cuidarlo.
"Voy a pedirle a mi mamá un poco de comida y una manta para que esté cómodo", dijo Juan.
Al llegar, Juan su madre lo recibió con sorpresa al ver al perrito.
"¿Qué es esto? ¡Nos has traído un amigo!" exclamó su madre con una sonrisa amplia.
Después de un rato, la madre de Juan les explicó lo importante que es cuidar a un animal.
"Los perros necesitan amor, comida y un hogar. No es sólo un juego", les indicó.
Los chicos escucharon atentamente y comprendieron la responsabilidad que ahora tenían. Desde aquel día, se turnaron para cuidar al perrito, que le pusieron de nombre —"Toby" .
Una tarde, mientras jugaban con Toby, Esteban dijo:
"Miren cómo corre y juega, parece tan feliz. ¡Es genial ser amigos de Toby!"
"Sí, y me siento feliz de que decidimos ayudarlo", agregó Carlos.
Sin embargo, no todo fue fácil. Unos días después, la madre de Juan les dijo que había recibido una carta de alguien que decía haber perdido a su perro.
"No puede ser! ¿Y si Toby es el perro perdido?", preguntó Juan con preocupación.
"No te preocupes, vamos a averiguarlo", sugirió Esteban. Luego, todos decidieron esperar a que llegara el dueño a la casa para ver qué ocurría.
El día llegó y, a las pocas horas, se presentó una familia angustiada buscando a su querido Toby. La madre de Juan habló con ellos y, tras una breve conversación, explicó que el perrito no era el mismo que habían perdido.
"Parece que este lindo perrito es un poco diferente, ¡pero también es muy especial!", dijeron, aliviando a los chicos.
Aquel encuentro hizo que los amigos comprendieran la importancia del trabajo en equipo. Aprendieron a cuidar de un ser vivo y a asumir la responsabilidad que esto conlleva. Y Toby, con su dulce ladrido y su amor incondicional, se convirtió en un verdadero miembro de la familia.
A partir de ese día, los amigos y Toby se volvieron inseparables y disfrutaron de muchas aventuras juntos, siempre ayudando a aquellos que, como ellos, necesitaban un poco de amor y compañía.
El perrito, que estaba asustado y solo, se transformó en el compañero que les enseñó sobre la amistad, la empatía y el valor de ayudar a los demás. Así, Carlos, Esteban, Juan y Toby vivieron felices, siempre buscando nuevas maneras de ayudar a los que lo necesitaban.
FIN.