El perro que encontró su camino
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de bosques y montañas, un perrito llamado Max. Max había sido adoptado por una familia amorosa que lo cuidaba y le daba muchos mimos, pero un día, mientras jugaba en el jardín, la curiosidad lo llevó a explorar los alrededores.
"- ¡Mirá qué lindo se ve el bosque!" pensó Max, al ver los árboles altos y los pájaros cantando.
Sin pensarlo dos veces, se escapó dando saltitos y corriendo hacia el bosque. Sin embargo, una vez que llegó, se dio cuenta de que se había alejado demasiado de su casa. El bosque era un lugar misterioso y lleno de sorpresas.
"- ¡Ay, qué miedo!" dijo Max temblando un poco. Por un momento, se sintió solo y perdido. Sin embargo, su espíritu aventurero lo empujó a seguir adelante. Mientras exploraba, conoció a una ardilla llamada Chispa.
"- ¡Hola, Max! ¿Qué haces aquí?" preguntó Chispa, asomándose de entre las ramas.
"- Me escapé de casa porque quería ver el bosque, pero ahora no sé cómo volver. Estoy asustado," respondió Max.
"- No te preocupes, yo puedo ayudarte. Este bosque es como un laberinto, pero yo conozco todos los caminos. Ven, te mostraré!" dijo Chispa con entusiasmo.
Juntos, comenzaron a caminar. Max observó cómo Chispa se movía ágilmente entre los árboles. Sin embargo, al poco tiempo se encontraron con un arroyo. La corriente era fuerte y Max no sabía cómo cruzar.
"- ¿Cómo voy a pasar? ¡No sé nadar!" exclamó Max preocupado.
"- ¡Yo tengo una idea!" dijo Chispa. "Puedes usar esa tronco que está allí. Es como un puente. Te irá bien, confía en ti mismo."
Max dudó un poco, pero recordó cuánto le costó adaptarse al comienzo en su nuevo hogar. Con un salto y un poco de miedo, se subió al tronco y logró cruzar el arroyo. ¡Lo había conseguido!"- ¡Lo logré!" dijo Max con alegría.
"- Te dije que podías, Max. Hay que ser valiente," respondió Chispa.
Continuaron su camino y pronto se encontraron con un grupo de patos en un pequeño estanque. Pero había un pato que parecía triste porque no podía volar.
"- ¿Qué te pasa?" le preguntó Max.
"- Me he lastimado un ala y no puedo unirme a mis amigos. Estoy triste porque no puedo volar con ellos," dijo el pato.
"- ¡Podemos ayudarte!" dijo Chispa. “Podemos buscar unas hojas de timo; son muy buenas para hacer una venda."
Juntos, recogieron hojas y ayudaron al pato a vendar su ala. El pato estaba tan agradecido que les dijo:
"- Cuando esté mejor, te enseñaré a nadar en el estanque. Así no tendrás miedo de cruzar arroyo de nuevo."
Con el sol comenzando a esconderse tras los árboles, Max y Chispa decidieron que era hora de regresar. Pero, al tratar de encontrar el camino de vuelta, se dieron cuenta de que se habían desorientado.
"- Oh no, ahora estamos perdidos de verdad," murmuró Max.
"- No te preocupes. Siempre hay una forma de volver, hay que pensar. ¿Te acuerdas de aquel pájaro que vimos hace un rato?" sugirió Chispa.
"- Sí, el que estaba en la cima de un árbol!" exclamó Max. "Tal vez él puede ayudarnos."
Así que, Max y Chispa llamaron al pájaro.
"- ¡Hola, pájaro! ¿Puedes ayudarnos a encontrar el camino de regreso a casa?" preguntó Max.
"- Claro que sí, amigos! Sigan mi canto, yo los guiaré," dijo el pájaro mientras volaba hacia adelante.
Siguiendo el canto, Max y Chispa finalmente llegaron a la salida del bosque. Max miró hacia atrás y vio donde había comenzado su aventura.
"- ¡Lo hicimos, Chispa! Estoy tan agradecido por tu ayuda."
"- Siempre es bueno ayudar a los amigos. Recuerda, Max, siempre hay algo nuevo por aprender, pero no hay mejor lugar que casa."
Max volvió a su hogar justo a tiempo para la cena. Su familia lo recibió con alegría. Se dio cuenta de que, aunque había sido divertido explorar, siempre es mejor estar con los que quieres.
"- ¡Nunca más me escaparé!" dijo Max con una sonrisa, mientras se acurrucaba en su cama.
Y así, el perrito aventurero aprendió que el verdadero hogar está donde está el amor, y que la amistad es un tesoro que siempre hay que valorar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.