El perro que no comía



Había una vez un perro llamado Rufus que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosas montañas y amplios campos verdes. Rufus era un perro alegre y juguetón, pero un día comenzó a comportarse de manera extraña.

Dejó de comer y se mostraba triste y desanimado. Su dueño, Martín, estaba muy preocupado y no sabía qué hacer para ayudarlo.

"Rufus, mi amigo, ¿qué te pasa? ¿Por qué no quieres comer?" le preguntaba Martín con cariño, pero el perro solo lo miraba con sus ojos tristes. Martín probó con diferentes comidas, le llevó al veterinario, pero nada parecía funcionar. Un día, Martín encontró a Rufus mirando fijamente un árbol, como si estuviera esperando algo.

Entonces, decidió seguirlo y descubrió que Rufus llevaba días cuidando a un pequeño pajarito que se había caído de su nido. Martín entendió que Rufus había estado preocupado por el pajarito enfermo y por eso no tenía apetito.

Entonces, juntos cuidaron al pajarito hasta que se recuperó y pudo volar de nuevo. Desde ese día, Rufus volvió a ser el perro feliz y juguetón de siempre.

La moraleja de esta historia es que la amistad y la empatía nos pueden llevar a hacer cosas maravillosas por los demás, y que a veces, preocuparnos por el bienestar de los demás nos puede llenar de felicidad.

FIN.

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