El perro que no quería comer croquetas
Había una vez un perro llamado Rocky que vivía en una casa llena de amor con su dueña, Ana. Rocky era un perro juguetón y cariñoso, pero tenía un pequeño problema: no le gustaban las croquetas que Ana le daba en su cuencito.
Un día, Ana llegó a casa con una bolsa nueva de croquetas. Estaba muy emocionada y puso las croquetas en el cuenco de Rocky.
"¡Mirá lo que tengo para vos, Rocky! Son croquetas nuevas y muy ricas" - dijo Ana mientras movía la bolsa con entusiasmo.
Rocky olfateó las croquetas y, con una mueca en su hocico, decidió darse la vuelta y jugar con su pelotita en lugar de comer. Ana frunció el ceño, intrigada.
"¿Por qué no comes, Rocky?" - preguntó preocupada.
Rocky se detuvo un momento y pensó. ¿Por qué no le gustaban las croquetas? La verdad es que había algo que le gustaba mucho más: ¡los pasteles de carne que hacía la abuela de Ana!
Esa noche, después de jugar, Ana preparó la cena y Rocky se sentó a su lado, disfrutando del aroma del delicioso pastel de carne que se cocinaba.
"¡Mmm! Eso huele increíble!" - pensó Rocky mientras movía la cola en señal de alegría.
Esa tarde, Ana decidió hacer un experimento. Ella pensó que, si le mostraba a Rocky cómo hacer croquetas más ricas, quizás él comenzaría a comerlas.
Al día siguiente, Ana invitó a sus amigos, cada uno con una porción de carne. Juntos, comenzaron a experimentar. Mezclaron carnes, vegetales y especias. La cocina se llenó de olores apetitosos, y Rocky no podía controlarse.
"¡Esto huele mejor que las croquetas!" - ladró apurado, moviendo la cola.
Y cuando finalmente, Ana le dio a probar una cucharadita de esas nuevas croquetas caseras, los ojos de Rocky brillaron.
"¡Esto es delicioso!" - exclamó Rocky mientras devoraba las croquetas.
Ana sonrió feliz y descansó en su silla.
"¡Ves, Rocky! A veces necesitamos hacer algo diferente para disfrutar de las cosas que no nos gustan" - dijo.
Desde entonces, Rocky no sólo empezó a comer las croquetas que Ana le preparaba, sino que también ayudó a inventar nuevas recetas y sabores. Ana creó un libro de cocina para perros, y Rocky se convirtió en su mejor crítico y ayudante.
Y así, en su hogar siempre había comidas deliciosas para todos, y Rocky aprendió que con un poco de creatividad y amor, hasta las cosas que no te gustan pueden volverse especiales.
Y así sucedió que Rocky no solo disfrutó comiendo croquetas, sino que además, ¡inspiró a su dueña a cocinar más cosas ricas para todos los perros del barrio! Y todos vivieron felices, disfrutando de comidas deliciosas juntos. ¡Fin!
FIN.