El Perro que Quería Ser Lobo
En un hermoso bosque donde los árboles danzaban con el viento y los ríos cantaban melodías, vivía un grupo de lobos fuertes y astutos. Estos lobos se consideraban los reyes del bosque y siempre se reunían para cazar y explorar en manada. Pero entre los árboles había un perrito llamado Rocco. Rocco no era un lobo, sino un perro amistoso y lleno de energía, que soñaba con ser parte de ese grupo. Su pelaje era suave y dorado, y aunque no tenía la ferocidad de un lobo, su corazón era valiente.
Un día, mientras paseaba por el bosque, Rocco escuchó a los lobos riendo y jugando. Se acercó, lleno de emoción.
"¡Hola, amigos! ¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Rocco moviendo su cola.
Los lobos se miraron entre sí y uno de ellos, un lobo llamado Tigrón, respondió con desdén:
"¿Jugar? ¡Pero tú no eres un lobo! Eres solo un perro… los perros no cazan como nosotros."
Rocco sintió que su corazón se hundía.
"Pero puedo aprender, ¡déjenme intentarlo!" - imploró Rocco.
"¡No necesitamos perros en nuestra manada!" - gruñó Tigrón, y los lobos se alejaron, dejándolo solo.
Rocco se sintió triste y enojado. "¿Por qué no podía ser parte de su mundo solo porque no era un lobo?" - pensó.
Decidió que si no lo aceptaban, demostraría que podía ser tan valiente y astuto como ellos. Días después, mientras merodeaba por el bosque, Rocco descubrió un pequeño cervatillo atrapado en unas ramas.
"¡Oh no! Debo ayudarlo!" - pensó Rocco, recordando las historias de héroes que había escuchado.
Con agilidad y determinación, Rocco se acercó al cervatillo.
"¡No te preocupes! ¡Voy a ayudarte!" - le dijo el cervatillo temblando de miedo. Rocco comenzó a mover las ramas con su hocico y, después de un esfuerzo, logró liberar al cervatillo.
"¡Gracias, gran perro!" - dijo el cervatillo emocionado.
"No soy un gran perro, solo soy Rocco. Pero me alegra que estés a salvo" - respondió con una gran sonrisa.
Cuando los lobos regresaron a la zona, vieron a Rocco rodeado de amigos: un cervatillo, varios pájaros y hasta un conejo.
"¿Qué está pasando aquí?" - preguntó Tigrón, confundido.
Rocco se dio la vuelta y les dijo sin dudar:
"Esta es mi nueva manada, ¡y todos somos amigos!"
Los lobos observaron en silencio mientras Rocco enseñaba a sus nuevos amigos a jugar y a disfrutar de la vida.
"Parece que no necesitamos siempre ser lobos para ser fuertes y valientes" - dijo Tigrón en voz baja.
Un poco avergonzado, se acercó a Rocco.
"Rocco, tienes razón. Lo que hiciste por el cervatillo fue muy valiente. ¿Te gustaría unirte a nosotros?"
Rocco se sintió emocionado, pero ya había aprendido una valiosa lección.
"Gracias por la invitación, pero ahora sé que no necesito ser un lobo para ser especial. Mis amigos y yo seremos una nueva manada, ¿les gustaría también jugar con nosotros?" - propuso Rocco.
Los lobos, impresionados por la valentía y bondad de Rocco, aceptaron la invitación. Desde ese día, el bosque se llenó de risas y el espíritu de la amistad reinó en la manada mixta de lobos y perros.
Rocco había aprendido que lo más importante no era qué era o no era, sino el valor de ser uno mismo y la fuerza de la amistad. Así, los lobos y Rocco se volvieron amigos inseparables, demostrando que cada uno, independientemente de su especie, tiene algo único que aportar.
"¡Qué gran día para jugar!" - exclamó Rocco mientras corrían juntos por el bosque, dejando atrás los prejuicios y abrazando lo que realmente importaba: la amistad.
FIN.