El Perro Valiente del Parque Solar
Era un hermoso día de primavera en el parque de Villa Sol. El sol brillaba en el cielo, llenando de luz todo a su alrededor. Niños reían, pájaros cantaban y las flores comenzaban a abrirse con alegría. Pero ahí, un perro llamado Tobi, se acurrucaba en un rincón bajo un árbol. Aunque el día era cálido, él tenía frío.
- ¡Qué raro! - dijo Lila, la niña que siempre visitaba el parque con su perro, un golden retriever llamado Milu. - ¿Por qué Tobi parece tan triste?
Lila y Milu se acercaron a Tobi, que temblaba un poco.
- ¡Hola, Tobi! ¿Estás bien? - preguntó Lila mientras acariciaba al perro.
- No tengo calor a pesar del sol - respondió Tobi, intentando mantener su voz firme. - Siento que llevo un abrigo muy pesado y no sé qué hacer.
- ¿Un abrigo pesado? - preguntó Milu, moviendo la cola. - ¿No puedes quitártelo?
- No es un abrigo físico - dijo Tobi. - Es una manta de tristeza que a veces se me pone encima. Yo quiero jugar y correr, pero me siento mejor al quedarme aquí, solito. A veces me da miedo lo que puede pasar.
Lila miró a Milu y pensó. - Tobi, ¿y si jugamos contigo? Tal vez si te diviertes, esa manta de tristeza se va.
- No sé... ¿Seguiré sintiéndome frío? - dudó Tobi.
- Te prometo que no - dijo Milu mientras saltaba de alegría. - ¡Vamos a hacer algo divertido!
Lila se levantó y comenzó a correr detrás de Milu, invitando a Tobi a unirse. Pero él se quedó parado, un poco inseguro.
- ¡Vamos, Tobi! - gritó Lila. - No vas a arrepentirte, lo prometo.
Finalmente, Tobi se levantó y decidió intentarlo. Corrió detrás de ellos, sintiendo cómo la manta de tristeza comenzaba a despegarse. El trío jugaba al escondite, corrían por el césped y hacían carreras. La risa de Lila y los ladridos alegres de Milu empezaron a llenar el aire.
- ¡Mirá, Tobi, mira! - exclamó Lila mientras señalaba los árboles. - ¡Ahí hay un montón de hojas caídas! Podemos hacer una pila y saltar dentro. ¡Eso será divertidísimo!
Tobi, sintiendo que su corazón latía más rápido, se unió al juego. Juntos, hicieron una enorme pila de hojas. Saltaron, rodaron y rieron como nunca. Y, poco a poco, Tobi sintió que ese frío se suavizaba.
- ¡Esto es increíble! - gritó Tobi entre risas. - Nunca pensé que podría sentirme así.
- Te dije que solo necesitabas un poco de diversión - dijo Milu con un guiño.
- Sí, y amigos - agregó Lila mientras se acariciaba los brazos del frío. - Es normal tener días grises, pero compartir buenos momentos hace que todo se sienta mejor.
Luego de un rato, sentados bajo el árbol, Tobi se sintió relajado y sonrió.
- Gracias, amigos - dijo. - Nunca pensé que un día soleado podría cambiar tanto. ¡Voy a ser un perro más aventurero a partir de hoy!
- Y ese frío... ¿sientes que se ha ido? - preguntó Lila.
- ¡Por completo! - respondió Tobi con alegría. - Aprendí que la tristeza se ahoga con la amistad y la risa.
Desde ese día, Tobi nunca volvió a sentir frío en el parque. Aprendió que los días soleados son aún más hermosos cuando tiene amigos con quienes compartir.
Los tres se quedaron disfrutando del sol, riendo y jugando, mientras el viento suave susurraba: Un amigo siempre calienta el corazón.
Y así terminó un día inolvidable, lleno de calor, diversión y una nueva amistad que seguiría creciendo con cada aventura.
FIN.