El perro y el sol



Había una vez un perro llamado Lluvia que vivía en las montañas cubiertas de nieve. Lluvia era un perro alegre y curioso, siempre buscando aventuras y nuevas experiencias.

Un día, mientras exploraba la montaña, Lluvia se encontró con un sol brillante y radiante que parecía estar perdido. El sol estaba triste porque no sabía cómo regresar a su hogar en el cielo.

Lluvia se acercó al sol y le preguntó: "¿Por qué estás tan triste? ¿Puedo ayudarte de alguna manera?" El sol levantó la mirada y sonrió débilmente. "Estoy perdido, no sé cómo volver a casa", respondió. Lluvia tuvo una idea brillante.

Recordó haber escuchado a los pájaros hablar sobre un viejo sabio que vivía en lo alto de la montaña. Se decía que el sabio tenía respuestas para todo tipo de problemas. Sin perder tiempo, Lluvia llevó al sol hasta donde vivía el viejo sabio.

Al llegar, encontraron al anciano sentado bajo un árbol centenario. —"Sabio" , dijo Lluvia con entusiasmo, "este es el sol, está perdido y necesita ayuda para regresar a casa".

El viejo sabio examinó cuidadosamente al sol durante unos momentos antes de hablar: "Querido Sol, te has extraviado porque has olvidado quién eres realmente". El sol parecía confundido y preguntó: "¿A qué te refieres?"El sabio explicó: "Eres poderoso e importante; iluminas nuestras vidas cada día.

Pero a veces, te olvidas de tu verdadero propósito y te pierdes en la oscuridad. Debes recordar que eres luz y calor, y que tu hogar está en el cielo". El sol asintió con tristeza. "Pero no sé cómo volver", respondió.

El sabio sonrió amablemente y dijo: "No te preocupes, Lluvia puede ayudarte. Juntos pueden crear un camino brillante hasta el cielo". Lluvia miró al sol con determinación y dijo: "Sol, confía en mí. Juntos encontraremos una forma de devolverte a casa".

Entonces, Lluvia comenzó a saltar por las montañas nevadas dejando huellas brillantes detrás de él. El sol siguió a Lluvia, iluminando cada paso del camino. Pronto, el sendero brillante los llevó hacia el cielo donde pertenecían.

Cuando finalmente llegaron al cielo, el sol se llenó de alegría al ver su hogar nuevamente. Agradecido por la ayuda de Lluvia, le dijo: "Lluvia, gracias por recordarme mi verdadera identidad y por ayudarme a encontrar mi camino de vuelta".

Lluvia sonrió felizmente y respondió: "Fue un placer ayudarte. Recuerda siempre quién eres realmente y nunca te pierdas otra vez". Con eso, se despidieron con cariño.

Desde ese día en adelante, el sol brillaba más fuerte que nunca mientras iluminaba la tierra con su cálido resplandor. Y Lluvia continuaba explorando las montañas cubiertas de nieve con una nueva perspectiva sobre la importancia de ayudar a los demás.

Y así, esta historia nos enseña que todos tenemos una luz interior y que a veces necesitamos la ayuda de otros para recordar quiénes somos realmente. Además, nos enseña la importancia de ser valientes y confiar en nosotros mismos para superar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino.

FIN.

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