El Perro y la Bruja



En un pequeño pueblo rodeado de bosques y montañas, vivía un perrito llamado Bruno. Era un perro alegre, de pelaje marrón claro, y siempre estaba lleno de energía. Sin embargo, había llegado a la vida de Bruno una gran tristeza. Una noche, su dueña, una bruja que nunca había sido muy cariñosa, decidió abandonarlo en el bosque.

"No te necesito más, Bruno. No eres útil para mis hechizos", dijo la bruja con una voz fría, mientras soltaba al pequeño perro y se alejaba.

Bruno, dolido y confundido, corrió tras ella, pero la bruja desapareció entre los árboles. No sabía qué hacer. Se sentó, olfateando el aire húmedo, y de repente se dio cuenta de que el bosque no era tan aterrador como había pensado. Se llenó de curiosidad y decidió explorar.

Mientras Bruno paseaba, conoció a varios animales del bosque. Una ardilla llamada Lila lo saludó con un movimiento de su cola.

"Hola, perrito. ¿Qué haces solo por aquí?" preguntó Lila.

"Fui abandonado por mi dueña, una bruja. Estoy perdido y triste", contestó Bruno con un hilo de voz.

"¡No estés triste!", le dijo Lila. "El bosque es un lugar mágico. Aquí todos somos amigos. ¡Vení, te mostraré algo interesante!"

Lila guió a Bruno hasta un pequeño claro donde se encontraba un arroyo de agua cristalina. Allí, conoció a un búho sabio llamado Don Ramón.

"¿Por qué estás tan triste, joven perrito?" inquirió Don Ramón, centrando su mirada en Bruno.

"Mi dueña me abandonó y no sé qué hacer", respondió Bruno, con los ojos llenos de lágrimas.

"La vida a veces nos lleva por caminos inesperados, Bruno. Si quieres, aquí en el bosque puedes encontrar nuevos amigos y aprender a ser feliz por ti mismo", le dijo el búho.

Inspirado por las palabras de Don Ramón, Bruno comenzó a explorar el bosque con Lila. Juntos bailaban entre las hojas, jugaban a esconderse y hasta organizaron una competencia de saltos con otros animales del bosque. Con el tiempo, Bruno se dio cuenta de que había encontrado una nueva familia entre sus amigos.

Sin embargo, una tarde, mientras estaba jugando, escuchó un llanto muy familiar. Era la bruja, que había regresado al bosque.

"¿Bruno? ¡Bruno! ¡Te necesito!" gritaba la bruja, con una expresión de desesperación.

Bruno ya no sentía la tristeza de antes, solo curiosidad.

"¿Ahora me necesitas? ¿Por qué no me quisiste cuando estuve contigo?" preguntó Bruno, acercándose a la bruja.

La bruja, sorprendida por la valentía de Bruno, le respondió:

"Mis hechizos no están funcionando porque no tengo tu compañía. He comprendido que a veces, tener a alguien a nuestro lado es más poderoso que cualquier magia".

Bruno se dio cuenta de que aunque la bruja lo había dejado atrás, él había crecido y aprendido a ser feliz sin ella. Ahora tenía amigos verdaderos que se preocupaban por él, y eso era algo mucho más valioso que cualquier hechizo.

"He encontrado mi lugar aquí, en el bosque, con mis amigos. No necesito volver contigo", dijo Bruno, con una sonrisa en su rostro.

La bruja, sorprendida, se dio cuenta de que, aunque había perdido a Bruno, había aprendido una lección importante. Se dio la vuelta y se fue, dejando atrás sus viejas costumbres.

Bruno y sus amigos celebraron su valentía con una gran fiesta en el claro del arroyo. Todos estaban felices de que Bruno se quedara en el bosque.

Y así, el pequeño perro Bruno aprendió que un hogar no siempre es donde nacemos, sino donde encontramos amor y amistad.

Desde aquel día, Bruno se convirtió en un perrito muy querido en el bosque, y siempre compartía su historia con otros animales que se sentían solos, enseñándoles que nunca es tarde para encontrar un nuevo camino y una nueva familia.

FIN.

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