El pescador y la nutria


Había una vez un hombre llamado Juan, a quien le encantaba pescar. Era su pasatiempo favorito y siempre lo hacía en compañía de sus amigos o familiares. Sin embargo, un día decidió ir solo.

Juan se levantó temprano esa mañana y preparó todo lo que necesitaba para su aventura de pesca: caña de pescar, anzuelos, carnada y una botella de agua.

Condujo hasta el río más cercano y comenzó a buscar el lugar perfecto para lanzar su línea. Al principio, estaba emocionado por la idea de estar solo en la naturaleza, pero pronto se dio cuenta de que extrañaba tener a alguien con quien compartir esa experiencia. Estuvo pescando durante horas sin éxito alguno.

De repente, escuchó un sonido extraño proveniente del otro lado del río. Se acercó sigilosamente y vio a una pequeña nutria atrapada en una red de pesca abandonada por otros pescadores descuidados. "Pobre criatura", dijo Juan mientras examinaba la situación.

"Tengo que ayudarte". Con cuidado liberó a la nutria y observó cómo ella nadaba felizmente hacia el otro lado del río. A partir de ese momento, Juan sintió como si hubiera encontrado un nuevo amigo.

Mientras seguía pescando, notó algo diferente en su técnica habitual. Decidió intentarlo nuevamente con más paciencia y habilidad; después de todo tenía mucho tiempo libre sin compañía alguna. Después de varios intentos fallidos finalmente logró capturar un hermoso pez dorado.

Lo miró con orgullo antes de soltarlo al agua nuevamente. "Creo que esto es lo que se siente cuando tienes éxito en algo por ti mismo", dijo Juan sonriente. "No necesito a nadie más para sentirme realizado".

Y así, el hombre aprendió una valiosa lección: que aunque la compañía de otros puede ser divertida, también es importante saber disfrutar de la soledad y aprender a confiar en uno mismo.

Desde ese día, Juan siguió pescando solo pero siempre recordaba a su pequeña amiga nutria y la lección que ella le enseñó.

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