El Pesebre Mágico
Era una noche estrellada en el pequeño pesebre de Belén. El burro, la oveja y la vaca se encontraban acomodados en su cálido lugar, listos para recibir a un visitante especial. Sin embargo, algo en el aire parecía diferente esta noche.
"¿Sienten eso?" - dijo el burro, moviendo sus orejas con curiosidad. "Es como si la noche estuviera llena de magia."
"Sí, lo siento también," - respondió la oveja, mientras se estiraba en su rincón. "Pero, ¿quién vendrá esta noche?"
"Quizás sea un visitante del cielo," - sugirió la vaca, relamiéndose los labios. "O tal vez un nuevo amigo que viene a compartir con nosotros."
Al poco rato, un suave brillo iluminó el pesebre. Los tres animales miraron hacia la puerta, expectantes. De repente, un pequeño destello apareció y se transformó en una mariposa mágica.
"Hola, amigos del pesebre!" - exclamó la mariposa con una voz melodiosa. "He venido a contarles algo muy especial."
"¿Qué noticia traés, mariposa?" - preguntó la oveja, saltando emocionada.
"Esta noche van a conocer a un ser muy especial, pero primero deben ayudarme a preparar el lugar para su llegada. Se trata de un nuevo comienzo para todos. ¿Quieren ayudar?"
"¡Claro!" - dijo el burro, saliendo corriendo hacia la pila de heno. "Echemos un buen lecho para el gran visitante."
La vaca y la oveja lo siguieron, y juntos comenzaron a preparar el pesebre. La mariposa les enseñaba a hacer decoraciones con flores y hojas que encontraban en el camino.
"Esto se está volviendo hermoso," - comentó la vaca, admirando las creaciones. "Nunca habíamos hecho algo así juntos."
"Sí, la magia de la colaboración hace todo más especial," - agregó la oveja, mientras hacía una guirnalda para colgar en el pesebre.
Cuando terminaron, el lugar resplandecía de colores vibrantes, pero aún no había señales del visitante. La mariposa les dijo que debían tener paciencia. Así que, sentándose en un círculo, comenzaron a compartir sus sueños.
"Yo quiero ser más rápido," - dijo el burro, con los ojos brillantes. "Quiero correr libre en el campo."
"Yo quiero aprender a saltar alto," - dijo la oveja, saltando un poco para demostrar. "Ver el mundo desde las nubes debe ser maravilloso."
"Yo deseo..." - empezó la vaca, pero se detuvo, mirando al cielo. "Quiero sentir que mi leche alimenta a los pequeños y les da fuerza."
La mariposa escuchaba atenta, y antes de que supieran, el sonido de un tambor sonó en la distancia.
"¿Qué es eso?" - preguntó el burro, poniendo atención.
Al mirar hacia fuera, vieron un grupo de animales que se acercaban con luces y sonidos alegres. Eran los amigos de la jungla: el león, la cebra y un par de monos.
"¡Sorpresa!" - gritó el león. "Hemos venido a celebrar algo grande con ustedes."
La alegría llenó el aire mientras los animales danzaban y cantaban, llenando el pesebre de risas. La mariposa sonrió, sintiendo la felicidad de la amistad.
"Ahora sí, la celebración está completa," - dijo la mariposa. "Y para revelar el gran momento, ¡prepárense!"
Con un suave movimiento de alas, la mariposa creó un resplandor aún más fuerte en el pesebre. Los animales miraron con asombro, y de repente, apareció un pequeño corderito, balando suavemente y llenando el pesebre de ternura.
"¡Bienvenido, pequeño!" - dijo la oveja, acercándose al cordero con cariño. "¡Eres el mejor regalo de esta noche!"
Todos los animales celebraron dando la bienvenida al nuevo corderito. Se dieron cuenta de que el amor y la amistad habían creado un ambiente perfecto para su llegada.
"¿Ven?" - dijo la mariposa. "La magia no solo viene de un ser especial, sino de los lazos que formamos y las alegrías que compartimos."
Desde esa noche, el pesebre se convirtió en un lugar donde siempre habría amor, risas y magia. El burro, la oveja, la vaca y todos sus amigos aprendieron que la verdadera celebración era la amistad, y que cada nuevo día traía la oportunidad de hacer un nuevo amigo.
Y así, bajo el cielo estrellado, el pesebre se llenó de sueños, risas y el espíritu de la comunidad. No importaba el tamaño de cada uno, sino la grandeza de su corazón.
FIN.