El pez alegre y el tiburón amistoso
En lo profundo del océano, vivía un pez llamado Simón. Simón era un pez muy alegre que siempre nadaba de un lado a otro, saludando a todos los habitantes del mar con entusiasmo.
Un día, mientras exploraba un arrecife de coral, Simón se encontró con un grupo de peces payaso. -¡Hola, hola! ¿Cómo están ustedes? -saludó Simón con alegría. Los peces payaso se miraron entre ellos, sorprendidos por la energía de Simón.
-¿Quién es este pez tan alegre? -se preguntaron. Pero pronto se dieron cuenta de que la alegría de Simón era contagiosa, y empezaron a reír y jugar con él. Juntos pasaron horas explorando el arrecife y contándose historias.
Simón se sentía muy feliz de haber encontrado nuevos amigos. Pero la aventura de Simón no terminaba ahí. Mientras nadaba por el bosque de algas, se topó con un grupo de peces globo. -¡Hola, amigos! ¿Quieren jugar conmigo? -les preguntó Simón.
Los peces globo, acostumbrados a asustar a los demás con su habilidad para hincharse, no sabían cómo reaccionar ante la alegría de Simón. Pero pronto descubrieron que disfrutaban de los juegos y las travesuras de Simón, y juntos formaron un grupo inseparable.
Simón continuó su viaje y conoció a las tortugas, a los delfines, a las mantarrayas, a las medusas, y a muchas otras especies marinas. Cada encuentro era una nueva aventura llena de risas y emociones. Sin embargo, la mayor sorpresa estaba por venir.
Un día, mientras exploraba una cueva submarina, Simón se encontró cara a cara con el tiburón más temido del océano. -¡Hola! ¿Qué tal, amigo tiburón? -saludó Simón con su característica alegría.
El tiburón, sorprendido por el comportamiento de Simón, no sabía qué decir. Nunca había conocido a un pez tan alegre y valiente, y no entendía por qué Simón no tenía miedo de él. -¿Por qué no te alejas de mí? ¿No temes que te coma? -preguntó el tiburón con curiosidad.
-¡Oh, no! Yo solo quiero tener un amigo, y creo que tú puedes serlo -respondió Simón con una sonrisa. El tiburón se quedó sin palabras.
Nunca nadie le había ofrecido amistad, y en ese momento comprendió que su fama de temible lo había alejado de la posibilidad de tener amigos. Desde ese día, el tiburón y Simón se convirtieron en los mejores amigos. Juntos exploraron todos los rincones del océano, demostrando que la amistad puede romper barreras y superar cualquier miedo.
Y así, Simón demostró que con su alegría y amistad, podía cambiar el mundo submarino para siempre.
FIN.