El Pez Dorado y la Justicia del Reino
Había una vez, en un reino lejano, un pez dorado que vivía en un hermoso lago cristalino. Su brillo era tan resplandeciente que todos los habitantes del reino lo admiraban. El pez dorado era conocido como Dorado, y tenía un corazón valiente. Un día, el rey Santiago y la reina Isabella estaban paseando por el lago, cuando de repente la paz del reino se vio interrumpida por un oscuro mago llamado Malakai.
Malakai llegó con su caballo negro, cubierto de nubes oscuras, y lanzó un hechizo que hizo temblar el suelo y oscureció el cielo. El rey Santiago, preocupado, se acercó al mago y le preguntó: "¿Qué quieres, Malakai? ¿Por qué traes esta oscuridad a nuestro reino?"
"Quiero apoderarme de este lugar, y para eso necesito deshacerme de ustedes dos", respondió Malakai con una voz profunda y siniestra.
De repente, el pez dorado saltó del lago y ante la mirada atónita del rey y la reina, se interpuso entre ellos y el malvado mago. "¡Alto, Malakai! No permitiré que lastimes a la realeza de este reino", dijo Dorado, brillando con una luz intensa.
El mago se carcajeó y lanzó un potente hechizo hacia el pez. Pero Dorado, que poseía poderes mágicos, apenas tuvo que aletear su cola dorada para desviar el hechizo y devolverlo a Malakai, quien quedó envuelto en un torbellino de luz.
Malakai, completamente sorprendido, vio cómo su propia magia volvía hacia él. "¡No puede ser! ¡Esto no está sucediendo!" gritó mientras era tragado por su propia oscuridad. Su caballo, al ver la derrota de su amo, salió disparado hacia el bosque, desapareciendo entre los árboles.
El rey Santiago y la reina Isabella, aliviados, se acercaron a Dorado. "¡Eres un verdadero héroe! ¿Cómo podemos agradecerte?", dijo la reina Isabella, con los ojos llenos de gratitud.
"No hay necesidad de agradecerme. Solo cumplo con mi deber de cuidar de lo que es justo y verdadero en este reino", respondió Dorado.
El rey tomó a su esposa de la mano y ambos miraron al pez dorado. "Nos has enseñado que la verdad, el amor y la justicia son más poderosos que cualquier magia oscura", afirmó el rey.
Dorado sonrió y nadó en círculos, creando ondas que brillaban como estrellas en el agua. "Siempre que defiendan esos valores, el reino estará a salvo. Recuerden que a veces, la fuerza no se mide en poder, sino en la bondad del corazón."
A partir de ese día, el pez dorado se convirtió en un símbolo de esperanza para el reino. Todos los ciudadanos comenzaron a organizarse para defender la justicia y mantener el amor entre ellos. Los niños aprendieron sobre la confianza, el respeto y la amistad. Cada vez que alguien enfrentaba una situación difícil, recordaban el valiente acto del pez dorado y se inspiraban a ser justos.
Un tiempo después, el rey y la reina decidieron organizar una gran celebración en honor de Dorado. Todos los habitantes del reino vinieron al lago, donde el pez dorado saltó al aire y creó un arcoiris con su cola. "Hoy celebramos la verdad y la justicia", anunció el rey Santiago. "Le debemos a Dorado nuestro agradecimiento, pero también debemos seguir sus enseñanzas."
Con música y risas, el reino entero celebró, recordando que siempre que se defendiera lo correcto, vivirían en paz. Así, el pez dorado no solo había salvado al rey y la reina, sino que había dejado una huella en los corazones de todos.
Y así, en ese reino, hasta el más pequeño de los habitantes aprendió la importancia de siempre elegir el camino de la verdad, el amor y la justicia, sabiendo que hay héroes en cualquier lugar, incluso en el fondo de un lago cristalino.
FIN.