El pez holgazán Nacho
En un hermoso arrecife de coral, vivía un pez llamado Nacho que era conocido por todos como el pez holgazán. Nacho era de color azul brillante, con escamas que brillaban bajo el sol. A diferencia de los demás peces, que siempre estaban nadando, jugando o buscando comida, Nacho prefería tumbarse en una piedra plana y dejar que el agua lo meciera suavemente.
Un día, mientras Nacho descansaba, su amigo el pez payaso llamado Coco se acercó con una gran sonrisa.
"¡Nacho! ¡Hoy vamos a explorar el bosque de algas!" - propuso Coco emocionado.
"No sé, Coco... explotar cansa un poco, ¿no?" - respondió Nacho, acomodándose más cómodo sobre la roca.
Coco, un poco decepcionado, decidió irse solo. Mientras nadaba entre las algas, se encontró con una tortuga llamada Tula.
"¡Hola, Tula! ¿Quieres venir a nadar por el bosque de algas?" - preguntó Coco entusiasmado.
"¡Claro! Vamos a conocer nuevas cosas. ¡Es tan divertido!" - respondió Tula mientras se unía a Coco.
A medida que Coco y Tula nadaban, descubrieron un lugar secreto lleno de coloridas criaturas marinas, corales exóticos y conchas brillantes. Se sintieron emocionados al descubrir un mundo que nunca habían visto. Mientras tanto, Nacho se quedó en la roca, sintiéndose un poco aburrido.
Pasó toda la tarde pensando en lo que podría estar disfrutando. Justo cuando estaba a punto de quedarse dormido, escuchó un bullicio.
"¿Qué es eso?" - musitó para sí mismo, sintiendo curiosidad.
Decidió asomarse. ¡Qué sorpresa! Desde su posición, vio a Coco y Tula contar historias de sus aventuras a los demás peces.
"¡Y de pronto, una estrella de mar nos dijo que había un tesoro escondido!" - relataba Coco con entusiasmo.
Nacho sintió un cosquilleo en su pancita al escuchar la risa y la emoción de sus amigos. Se preguntaba si había sido sabio al quedarse solo.
Al día siguiente, decidió que no quería perderse más aventuras. Se acercó a Coco y le dijo:
"¡Coco! ¡Me gustaría ir contigo y Tula al bosque de algas hoy!" - dijo Nacho con un brillo en sus ojos.
"¡Genial! ¡Te estábamos esperando!" - exclamó Coco, contento de que su amigo decidiera unirse.
Así, Nacho se unió a sus amigos, y mientras exploraban el bosque de algas, descubrieron no solo bellezas, sino también que el trabajo en equipo les permitió encontrar un tesoro escondido. Era un cofre lleno de perlas brillantes.
"¡Miren! ¡Es increíble!" - gritó Tula, maravillada con las perlas.
"Esto es lo que se siente al salir y explorar juntos. Nunca hubiera visto esto sin ustedes!" - afirmó Nacho lleno de alegría.
Desde ese día, Nacho aprendió que a veces hay que salir de la zona de confort para disfrutar de momentos inolvidables. Se dio cuenta de que la vida era mucho más vibrante cuando compartía aventuras con sus amigos. Ya no era el pez holgazán, sino Nacho, el explorador del arrecife.
Y así, siempre que Coco o Tula le invitaban a una nueva aventura, Nacho encontraba la energía y el entusiasmo para unirse, respirando el hermoso océano que tanto le gustaba.
Fin
FIN.