El Pez Mágico de la Laguna Brillante
En un tranquilo pueblo a orillas de la Laguna Brillante, vivía un niño llamado Mateo. Mateo era un soñador, le encantaba pescar en la laguna con su abuelo. Un día, mientras lanzaba su caña al agua, sintió un tirón muy fuerte.
"¡Abuelo, creo que atrapè algo enorme!" - gritó emocionado.
El abuelo, que siempre sabio, sonrió.
"¡Ten cuidado, pibe! A veces lo que parece grande no siempre lo es."
Con esfuerzo, Mateo sacó del agua a un pez de brillantes colores que centelleaban bajo el sol.
"¡Es precioso!" - exclamó.
"¡Libéralo!" - dijo el abuelo, sorprendiendo a Mateo.
"¿Por qué? No puedo dejarlo ir" - respondió Mateo, sin querer soltarlo.
Justo en ese momento, el pez levantó la cabeza y habló.
"¡Ayúdame, Mateo! Soy un pez mágico. Si me liberás, te concederé un deseo" - dijo el pez, con una voz suave y melodiosa.
Mateo miró al abuelo, buscando consejo.
"Es tu decisión, pero recuerda que los deseos son poderosos y deben ser pensados con cuidado" - respondió el abuelo.
Mateo pensó por un momento.
"Quiero un deseo que ayude a todos en el pueblo, no solo a mí" - dijo finalmente.
"¡Entonces, liberame!" - dijo el pez con alegría.
Sin dudar, Mateo soltó al pez de colores. Este saltó al agua y luego, volviendo a la superficie, gritó.
"Tu deseo será concedido. Desde hoy, la Laguna Brillante tendrá agua limpia y abundante para todos, y traeré mejores cosechas a tu pueblo".
El pez se sumergió y, en cuestión de minutos, las aguas de la laguna comenzaron a iluminarse con un brillo especial. Todos los habitantes del pueblo notaron el cambio. ¡Las plantas florecían y los animales regresaban!"¡Mateo, hiciste algo increíble!" - dijo su abuelo con orgullo.
Pero la historia no terminó ahí. Un tiempo después, la calma en la laguna fue interrumpida. Apareció un grupo de pescadores que intentaron sacar el pez mágico.
"¡Vamos a atraparlo!" - gritaron.
Mateo se alarmó y recordó el consejo de su abuelo.
"¡No, no debemos hacerlo! Si lo atrapan, las bendiciones del pueblo se irán" - protestó.
Sin embargo, el grupo continuó con su plan. Mateo, decidido a proteger al pez, imaginó un plan.
"¡Hagamos una fiesta en la plaza! Invitemos a todos los pescadores a conocer la magia de la laguna" - sugirió a los vecinos.
La idea fue bien recibida, así que prepararon una gran celebración.
"¡Comida, música y cuentos sobre el pez mágico!" - gritó Mateo, llenándose de energía.
El día de la fiesta llegó, y los pescadores, atraídos por el bullicio, se acercaron a la plaza y comenzaron a escuchar las historias sobre el pez.
"Si lo atrapan, perderemos la abundancia de nuestra laguna" - dijo un hombre mayor.
"¡Vengan a disfrutar de la magia del pez y a cuidarlo!" - añadió Mateo, mirando a los ojos de los pescadores.
Gradualmente, el interés de los pescadores se desvió, y comenzaron a darse cuenta de la belleza de la vida en la laguna sin querer llevarse a su pez mágico.
"Tal vez debamos dejarlo en paz y aprender a cuidar este tesoro" - dijo uno de los pescadores.
Así, todos en el pueblo aprendieron que la magia no se trata solo de deseos, sino de cuidar y respetar la naturaleza. Desde ese día, Mateo se convirtió en el guardián de la Laguna Brillante, enseñando a todos sobre la importancia de proteger su hogar y sus sueños.
"La verdadera magia está en nuestra conexión con la naturaleza y en ayudar a los demás" - solía decir. Y así, el pez mágico continuó nadando en la laguna, brindando bendiciones a un pueblo que aprendió a valorar y cuidar lo que tenía.
FIN.