El Pez Pelado y su Melena Maravillosa



Había una vez, en las profundidades del océano, un pez llamado Pelayo. Pelayo era un pez de colores brillantes, pero había algo muy peculiar sobre él: ¡le crecía pelo! Mientras que los demás peces lucían escamas relucientes y suaves, Pelayo tenía una melena larga y rizada que se movía al compás del agua.

"¿Por qué tenés pelo, Pelayo?" - le preguntaban, con un tono de burla, los otros peces del arrecife.

"Es más divertido que tener escamas, ¡puedo hacer muchas cosas con él!" - respondía Pelayo, mientras se peinaba con una concha.

Un día, mientras nadaba cerca de la superficie, Pelayo vio un grupo de peces que estaban tristes. Se acercó nadando con curiosidad.

"¿Qué les pasa?" - preguntó él.

"Estamos tratando de jugar, pero el sol nos lastima los ojos y nos da miedo salir a la superficie. ¡No podemos divertirnos!" - respondió una pez azul.

Pelayo pensó por un momento y luego sonrió.

"Yo puedo ayudar. Con mi pelo, puedo hacer una sombra para que jueguen tranquilos. ¡Súbanse a mi espalda!" - dijo.

Los peces, sorprendidos pero emocionados, decidieron confiar en él. Pelayo nadó hacia la superficie, donde el sol brillaba intensamente. Al llegar, cada pez se acomodó sobre su cabeza.

"¡Ahh, ahora se siente mucho mejor!" - exclamó un pez espada.

"¡Vamos a jugar!" - gritaron todos al unísono.

Y así, con su melena ondeando en el agua, Pelayo se convirtió en el sombra y defensor de sus amigos. Aunque al principio los demás peces se reían de él, ahora lo miraban con admiración.

Pasaron los días y Pelayo se hizo conocido en todo el arrecife, pero no solo por su pelo, sino por su bondad y creatividad. Un día, una gran tormenta azotó el océano. Los peces se asustaron y muchos de ellos no sabían qué hacer. Pelayo, viendo la angustia en sus amigos, tuvo una idea brillante.

"¡Sigamos nadando juntos! Si nos unimos, podremos encontrar la forma de alejarnos de la tormenta. ¡Agárrense de mi pelo!" - gritó, mientras su melena flotaba alrededor.

Los peces formaron un gran grupo, sosteniéndose mutuamente, y cuando la tormenta pasó, se dieron cuenta de que habían logrado salir. Una vez que regresaron al arrecife, todos aplaudieron a Pelayo.

"¡Eres un héroe!" - exclamó la pez azul.

"¡Sí! Gracias a vos, nos mantuvimos juntos y seguros," - agregaron otros.

Pelayo sonrió, dándose cuenta de que lo que lo hacía especial no era solo su peculiaridad, sino su capacidad de ayudar a los demás. Había aprendido que ser diferente podía ser una gran ventaja, si se usaba para el bien.

Desde entonces, Pelayo se convirtió en el pez más querido del océano. Y mientras los otros peces seguían teniendo escamas brillantes, él lucía con orgullo su hermosa melena, que no solo era un adorno, sino la representación de su corazón gentil y generoso.

Y así, Pelayo se preocupó por los demás y mostró que la verdadera belleza está en ayudar y ser un buen amigo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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