El pez que siempre recordaré
Había una vez una niña llamada María que vivía en un pequeño pueblo cerca del mar.
A ella le encantaba caminar por la playa y observar a los animales marinos, pero sobre todo le gustaba ver a los peces nadando en el agua cristalina. Un día, mientras caminaba por la costa, vio un pez muy bonito y colorido. Era tan hermoso que no podía dejar de mirarlo.
María se acercó al agua para verlo mejor y el pez se acercó a ella también. Desde ese momento, María visitaba diariamente al pez para hablarle y contarle sus cosas. El pez parecía entenderla perfectamente y siempre la escuchaba con atención.
Con el tiempo, María comenzó a sentir algo especial por aquel pez. Lo visitaba todos los días solo para pasar tiempo con él y hablarle de su vida.
Cuando sus amigos le preguntaban si tenía novio, ella respondía que sí, pero hablaba en alemán para evitar más preguntas. Pero pronto llegó el momento en que tuvo que volver a casa porque su familia estaba preocupada por ella. Ella sabía que tendría que dejar atrás al pez y eso la hacía sentir triste.
Sin embargo, cuando llegó a casa descubrió algo sorprendente: había una tienda de mascotas donde vendían peces iguales al suyo. Así fue como decidió comprar uno igualito al pez con quien había pasado tantos momentos felices.
A partir de entonces, María entendió que aunque las cosas cambien o tengamos que separarnos de alguien o algo importante para nosotros, siempre podemos encontrar maneras creativas e ingeniosas para mantener esos recuerdos vivos y seguir adelante.
Y así, María vivió feliz junto a su nuevo pezito, recordando siempre con cariño aquellos momentos en la playa con su primer amor acuático.
FIN.