El Pez y el Miedo a Perder a Juanita



Había una vez, en las profundas aguas del océano, un pez llamado Jorge. Jorge era un pez muy especial, porque siempre tenía una gran sonrisa en su rostro y nadaba rápido como el viento. Sin embargo, había algo que lo preocupaba: su gran amor, una hermosa pez llamada Juanita. Desde que se conocieron en un colorido arrecife, Jorge había sentido un gran cariño por ella. Pero, a pesar de su valentía, sentía un miedo enorme de perderla.

Un día, mientras nadaban juntos, Juanita le preguntó:

"Jorge, ¿te gustaría ir a explorar la cueva de las maravillas con migo?"

Jorge, que sabía que esa cueva era un lugar hermoso pero lleno de sorpresas, se puso nervioso.

"Ehh... no sé, Juanita. ¿Y si algo malo pasa?"

"¡Por favor! Nademos juntos. Seremos un gran equipo", dijo Juanita con su sonrisa brillante.

Finalmente, Jorge, lleno de amor pero con el corazón latiendo rápido, accedió. Al llegar a la cueva, la luz del sol se filtraba entre las rocas y el ambiente brillaba con colores deslumbrantes. Sin embargo, una sombra oscura apareció repentinamente. Era un enorme pez que se hacía llamar el Rey de la Cueva. Su actitud era temible, y Jorge se asustó aún más.

"¡Fuera de aquí, pequeños intrusos! No tienen permitido estar en mi reino!"

Juanita, sin embargo, mantuvo la calma.

"No queremos problemas. Solo venimos a explorar. La belleza de este lugar nos ha atraído"

Dándose cuenta de que Juanita era valiente, Jorge se sintió un poco más seguro, pero aún temía. El Rey de la Cueva se cruzó de brazos y sonrió de manera astuta.

"Si quieren que los deje pasar, deberán probar su valentía. Tendrán que traérame una piedra preciosa que brille bajo el agua más oscura del océano".

Jorge miró a Juanita, que le dijo:

"Podemos hacerlo. ¡Juntos somos más fuertes!"

Ambos peces se lanzaron al océano, bordeando peligrosos arrecifes y profundidades sombrías. Fue un viaje lleno de aventuras; nadaron entre bancos de peces multicolores y descubrieron algas que brillaban como diamantes. Pero el miedo seguía acechando a Jorge.

Los días pasaban y en cada esquina había desafíos. Un día, Jorge, angustiado, le confesó a Juanita:

"¿Y si no encontramos la piedra? ¿Y si el Rey se enoja y nos echa?"

"Si no lo intentamos, nunca lo sabremos. Además, contigo a mi lado, todo es posible".

Jorge se sintió un poco más aliviado. Así que continuaron su búsqueda. Un día, mientras exploraban una cueva oscura en el océano, Juanita encontró un pequeño destello. Al acercarse más, vio que era una piedra radiante, del color del atardecer.

"¡Jorge! ¡Aquí está!"

Jorge sonrió de oreja a oreja.

"¡Lo logramos! ¡Podremos mostrarle al Rey!"

Con euforia, nadaron de vuelta a la cueva del Rey. Una vez allí, le presentaron la piedra. El Rey los miró, y la sombra en su esfera fue reemplazada por un brillo de sorpresa.

"¿Esto es verdadero? ¡Increíble! Nunca pensé que un pez tan pequeño pudiera ser tan valiente."

Jorge se sonrojó, pero Juanita, con su gracia, respondió:

"No somos solo valientes. Somos amigos. Juntos podemos lograr cualquier cosa."

El Rey, impresionado, decidió dejar que los dos peces se quedaran en la cueva siempre que quisieran.

Desde ese día, Jorge aprendió que el amor y la valentía van de la mano. No se trataba solo de no perder a Juanita, sino de vivir la aventura de la vida juntos.

Cada vez que sentía miedo de perderla, recordaba esa experiencia y el gran viaje que hicieron. Al final, Juanita y Jorge exploraron muchas más maravillas del océano, y así, su amor se hizo cada vez más fuerte, como un arrecife impenetrable, donde ningún miedo podría separarlos.

FIN.

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