El picnic de la diversidad


En la hermosa isla de los amigos diversos, vivían un grupo de amigos muy especiales.

Había Lucas, el amigo alto que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás; Sofía, la amiga bajita pero llena de energía y alegría; Martín, con su pelo rizado como un caracol y una risa contagiosa; y Valentina, con sus ojos brillantes que iluminaban todo a su alrededor. Un día soleado, decidieron organizar un divertido picnic en la playa para celebrar su diversidad.

Cada uno llevó algo especial para compartir: Lucas trajo deliciosos sándwiches altos como él; Sofía hizo pequeños bocaditos llenos de sabores sorprendentes; Martín preparó jugo fresco de frutas tropicales con su toque mágico; y Valentina llevó galletitas coloridas que parecían rayitos de sol.

Llegaron a la playa emocionados por disfrutar juntos de aquel momento especial. Extendieron las mantas en la arena y empezaron a compartir sus deliciosas comidas.

Mientras comían, comenzaron a hablar sobre lo maravilloso que era tener amigos tan diferentes pero tan especiales. De repente, se dieron cuenta de que había alguien más en la playa. Era Emma, una niña tímida y callada que siempre se sentaba sola en el colegio.

Los amigos decidieron invitarla a unirse al picnic sin importar sus diferencias. "¡Hola Emma! ¿Quieres ser nuestra amiga?"- preguntó Lucas con una sonrisa cálida. Emma miró sorprendida al grupo de amigos tan diversos pero decidió aceptar la invitación.

"Gracias, pero no sé si encajaré con ustedes. Soy diferente y nunca he tenido amigos"- respondió Emma tímidamente. Los amigos se acercaron a Emma y le explicaron que en la isla de los amigos diversos, todos eran bienvenidos y valorados por quienes eran.

"Aquí celebramos nuestra diversidad porque cada uno de nosotros tiene algo especial que aportar. No importa si somos altos, bajitos, de pelo rizado o de ojos brillantes.

Lo importante es ser auténticos y aceptarnos tal como somos"- dijo Valentina con una voz llena de amor. Emma sonrió tímidamente mientras se unía al grupo. Todos juntos disfrutaron del picnic, compartiendo risas y anécdotas divertidas. Descubrieron que aunque fueran diferentes, todos tenían algo único para ofrecer.

Mientras jugaban en el agua, Lucas propuso hacer un concurso de castillos de arena.

Cada uno tenía su estilo propio: Sofía hizo un castillo pequeño pero lleno de detalles; Martín construyó uno grande con torres rizadas; Valentina creó uno colorido como sus galletitas; y Emma hizo un castillo sencillo pero hermoso. Cuando terminaron sus castillos, los amigos se sorprendieron al ver lo increíbles que eran cada uno a su manera.

No importaba cuál era más alto o más llamativo, todos eran únicos y especiales. Al final del día, mientras veían el hermoso atardecer sobre el mar, los amigos reflexionaron sobre lo mucho que habían aprendido ese día. "Hoy descubrimos que nuestras diferencias nos hacen más fuertes y especiales juntos.

Somos como una gran familia diversa en la isla de los amigos diversos"- dijo Martín con gratitud. Así, los amigos comprendieron que celebrar la diversidad no solo era importante, sino también divertido.

A partir de ese día, se prometieron seguir valorando y aceptando a todos sin importar sus diferencias. Y así, en la isla de los amigos diversos, cada día era un nuevo día para aprender, crecer y celebrar juntos su maravillosa diversidad.

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