El Picnic del Amistad en la Granja
Era un día soleado en la granja de Zenón, y Julián había decidido hacer un picnic con sus amigos. Preparó una canasta llena de deliciosos sandwiches, frutas frescas y galletitas. Cuando llegó, no podía esperar a ver a sus amigos: el gallo Bartolito, la vaca Lola, el caballo Percherón, la gallina Bataraza, el loro Pepe y la chancha Doña Pancha.
- ¡Hola, amigos! - saludó Julián entusiasmado. - ¡Estoy listo para el picnic!
- ¡Genial! - dijo Bartolito. - Yo cantaré mientras comemos.
- Y yo traeré la leche fresca - agregó Lola.
Los amigos se acomodaron bajo un frondoso árbol, y entre risas y canciones, comenzaron a disfrutar de la comida. Pero de repente, apareció el lobo Beto, el temido lobo que siempre intentaba robar la comida de la granja.
- ¡Hola, amigos! - gritó Beto con una sonrisa traviesa. - Esa comida se ve deliciosa, ¿puedo quedarme con ella?
- ¡No, Beto! - exclama Bataraza. - Esta comida es para nuestro picnic, ¡no la puedes robar!
Pero Beto estaba determinado a llevarse la canasta. Julián y Zenón se miraron preocupados.
- ¡Tenemos que hacer algo! - dijo Zenón. - No podemos dejar que Beto se lleve nuestra comida.
Julián tuvo una idea. - ¿Y si lo distraemos mientras alguien recupera la canasta?
- ¡Buena idea! - respondió Zenón. - Yo me encargaré de llamar su atención.
Zenón comenzó a hacer un ruido raro, imitando a una gallina, mientras Julián, con la ayuda de sus amigos, escondió la canasta detrás de una piedra grande.
- ¡Miren, ahí va el granjero Zenón! - gritó Julián. - ¡Qué divertido!
Beto, curioso por el escándalo, se dio vuelta para mirar. - ¿Qué están haciendo? - preguntó, confundido.
Mientras tanto, Julián y sus amigos aprovecharon la distracción y rápidamente empezaron a moverse con la canasta hacia otro lugar. Pero Beto no se quedó quieto por mucho tiempo. - ¡Espera un momento, no se me escapen! - gritó, volviendo a acercarse a ellos.
- ¡Más rápido, chicos! - dijo Julián, que aunque estaba un poco asustado, trataba de mantener la calma.
Justo en el momento en que Beto estaba a punto de alcanzarlos, Percherón, que era un caballo muy fuerte, tomó una decisión. - Voy a correr hacia él y me quedaré delante para que no se acerque más.
- ¡Buena idea, Percherón! - exclamó Zenón. - ¡Ve y dale su lección al lobo!
Percherón tomó impulso y salió corriendo, bloqueando el camino de Beto. - ¡Para ahí, Beto! - le dijo mientras saltaba para distraerlo. - ¡No puedes llevarte nada de nuestra comida! -
Beto, sorprendido por la valentía de Percherón, decidió que tal vez era mejor dejar la comida en paz. - Está bien, está bien, ¡no me gusta pelear con caballos! - dijo Beto, sintiéndose un poco avergonzado.
Desde la distancia, Julián y los otros amigos no podían contener la risa y aplaudían la acción heroica de Percherón.
- ¡Excelente trabajo, Percherón! - dijo Doña Pancha. - ¿Vieron cómo se asustó el lobo?
Finalmente, después de un momento de tensión, Beto decidió que era mejor irse y buscar algo diferente para comer. - ¡Me voy antes que vuelvan a intentar atraparme! - añadió llevándose consigo la lección de que puede que la amistad y la valentía sean más poderosas que su hambre.
Una vez que el lobo se fue, Zenón y Julián celebraron la victoria. - ¡El picnic sigue, amigos! - dijo Julián mientras la comida volvía a colocarse sobre la manta.
- ¡Sí! - exclamó Bartolito. - ¡A cantar y a comer!
Así, Julián, el granjero Zenón y todos los animales disfrutaron de su picnic, riendo y contando historias. Aprendieron que la amistad y la valentía pueden ayudar a enfrentarse a cualquier adversidad, incluso a los peligrosos lobos.
Y así, el día terminó lleno de risas, juegos y un gran festejo en la granja de Zenón, recordando siempre que juntos podían superar cualquier obstáculo. La alegría del picnic quedó en sus corazones para siempre, y el lobo beto, aunque algo avergonzado, aprendió que no todo se gana con técnicas de engaño y que la amistad es el verdadero tesoro.
FIN.