El Pie Lastimado y la Amistad de Sofía
Era un día soleado en la escuela de Sofía, donde la risa y la alegría llenaban el aire. Sofía era una niña de 10 años, llena de sueños y colores. En su corazón, llevaba un sentimiento especial por Adolfo, un compañero de clase que siempre la hacía reír. Era un niño amable, con una sonrisa que iluminaba cada rincón del aula.
Un día, mientras jugaban al fútbol en el recreo, Adolfo se lastimó el pie.
"¡Ay, me duele!" - gritó Adolfo, mientras caía al suelo.
Sofía corrió hacia él, preocupada.
"¿Estás bien, Adolfo?" - le preguntó, agachándose a su lado.
Adolfo trató de sonreír.
"Creo que no podré jugar por un tiempo..." - respondió, un poco triste.
Desde ese día, Adolfo dejó de venir al colegio. Sofía se sentía muy sola, porque el recreo ya no era el mismo sin él. A pesar de que quería mucho a sus amigos, nada comparaba con el brillo de su amistad con Adolfo. En las semanas que siguieron, Sofía extrañó tanto a Adolfo que decidió hacer algo al respecto.
Una tarde, mientras hacía su tarea, tuvo una idea brillante.
"¡Voy a hacerle una tarjeta para que se sienta mejor!" - exclamó. Se levantó corriendo e hizo una hermosa tarjeta llena de colores, en la que escribió: "¡Hola Adolfo! ¡Espero que te mejores pronto! Te extraño mucho. ¡No veo la hora de volver a jugar juntos!"
Al día siguiente, le pidió a su mamá que la llevara a la casa de Adolfo. Cuando llegó, Sofía tocó la puerta con un poco de nerviosismo. La mamá de Adolfo abrió.
"¡Hola, Sofía! Adolfo está en su habitación, ¿quieres pasar?" - le dijo la mamá, sonriendo.
Sofía asintió, y al entrar, vio a Adolfo sentado en su cama, con su pie elevado y un yeso que lo hacía ver un poco gracioso. Sofía sonrió al verlo.
"¡Hola, Adolfo!" - dijo con entusiasmo.
Adolfo levantó la vista y su rostro se iluminó.
"¡Sofía! ¡Qué alegría verte!" - exclamó. Sofía se acercó y le entregó la tarjeta.
"¡Esto es para vos!" - dijo, emocionada.
Adolfo leyó la tarjeta y sus ojos se llenaron de alegría.
"¡Es hermosa! Gracias, Sofía. Me hace sentir mucho mejor. "
Poco a poco, los dos comenzaron a hablar sobre sus cosas favoritas y a recordar momentos divertidos del colegio. Adolfo le contó que su pie ya estaba mejor, y que pronto podría regresar a clases.
"¡No puedo esperar para jugar al fútbol otra vez!" - dijo Adolfo emocionado.
Así fue como Sofía, con su gesto amable, ayudó a que Adolfo se sintiera mejor en un momento difícil. Cuando finalmente regresó al colegio, Adolfo se sintió feliz de ver a Sofía.
"¡Mirá, Sofía!" - le dijo, corriendo hacia ella en el patio.
"¡Me alegra verte, Adolfo!" - respondió ella, sonriendo de oreja a oreja.
Desde ese día, su amistad fue aún más fuerte. Jugaron juntos sin parar, y aprendieron que siempre deben apoyarse los unos a los otros, no importa lo que pase. Sofía dio un gran ejemplo a todos de cómo un pequeño gesto puede hacer una gran diferencia en la vida de alguien. Siempre recordaron que la amistad y la alegría son la mejor medicina.
Y así, cada día en la escuela fue especial, lleno de risas y momentos felices, porque sabían que siempre estarían ahí uno para el otro.
FIN.