El Plan del Marciano



En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes, vivía un niño llamado Lucas. Lucas era un chico curioso, siempre explorando el mundo que lo rodeaba. Pero también tenía un amigo muy especial que era un poco diferente: ¡un marciano llamado Zog! Zog tenía el color de una esmeralda brillante y unos ojos amarillos que iluminaban todo a su alrededor. Juntos, Lucas y Zog pasaban horas jugando a las escondidas y creando aventuras en su imaginación.

Un día, mientras jugaban cerca de un viejo sauce, Lucas le contó a Zog sobre algunos chicos del colegio que no eran muy amables con él.

"Ellos se ríen de mí cuando me equivoco en clase, Zog. No sé por qué son así."

"¡Eso no está bien, Lucas!" respondió Zog, agitando sus antenas. "En mi planeta, nosotros siempre ayudamos a los demás. ¿Por qué no hacemos algo para que entiendan lo que se siente?"

Lucas se inspiró.

"Podríamos hacer algo para que sientan lo que yo siento. Tal vez si ellos pasan por lo mismo, cambien de actitud."

"No, Lucas. No debemos hacerles daño. Eso solo traerá más problemas. A veces, la venganza no es la solución."

Lucas se sintió confundido por las palabras de Zog. Pero luego, pensó un poco y decidió que tal vez había otra forma.

"¿Y si organizamos una actividad en la escuela? Podría ser un juego donde todos tengan que colaborar. Así podríamos unirnos y aprender a ser amigos."

"¡Eso me parece genial!" dijo Zog, emocionado. "Podemos hacer un circuito de desafíos. Los que trabajen en equipo se llevarán un gran premio: una estrella dorada del espacio."

Al día siguiente, Lucas y Zog hablaron con su maestra sobre su idea. La maestra, aplaudiendo la iniciativa, se mostró muy entusiasmada.

"Esto puede ser una gran oportunidad para que todos aprendan a trabajar en equipo. ¿Saben qué más? ¡Yo me encargaré de los premios!"

Los preparativos comenzaron. Lucas y Zog se pasaban horas diseñando los desafíos: un laberinto de sillas, una carrera de relevos, y hasta un juego de búsqueda del tesoro. El día del evento, la escuela estaba llena de risas y emoción. Los chicos, al principio dudosos, comenzaron a unirse y formar equipos.

Mientras los juegos avanzaban, Lucas notó que los chicos que antes se burlaban de él lo miraban de manera diferente. Ellos estaban trabajando felices con sus compañeros, dejando de lado sus diferencias. Al final del día, cada niño recibió su estrella dorada.

"Ustedes se ganaron estas estrellas por trabajar juntos y ayudarse", les dijo la maestra sonriendo.

"Podemos jugar y aprender juntos sin pelearnos. Es mucho más divertido, ¿no?" dijo Lucas, mirando a los ojos a quienes solían burlarse de él.

"Sí, Lucas. Nos damos cuenta de que todos podemos aprender y crecer juntos. Gracias por la idea", respondió uno de los chicos, extendiendo su mano.

Zog miraba todo con una gran sonrisa.

"¿Ves, Lucas? No necesitas la venganza para sentirte mejor. A veces, la amistad puede transformar incluso los corazones más duros."

"Tenés razón, Zog. Hoy fue un gran día para todos nosotros."

Desde ese día, los chicos aprendieron a ser más amables y respetuosos, y Lucas se sintió más feliz. Zog continuó siendo su amigo y compañero en todas las aventuras. Juntos, Lucas y Zog demostraron que la unión y la diversión pueden superar cualquier desafío. Y así, en el pequeño pueblo, la buena onda y la amistad florecieron gracias a un niño y un marciano.

Y así termina la historia, pero la amistad seguía creciendo, desafiando cualquier rayo de amabilidad que se les pusiera por delante.

FIN.

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