El planeta de los sueños



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Los Sabores, cuando Valentina, una curiosa niña de diez años, se encontró con un viejo telescopio en el desván de su abuelo. Desde ese momento, su vida cambió por completo.

Con apenas una vuelta de perilla, apuntó el telescopio hacia el cielo estrellado y se sorprendió al ver Marte brillando con una intensidad especial. Mientras tanto, en Marte, un grupo de seres fantásticos llamados Marzitos, estaban en plena celebración.

"¡Al fin, se acerca el día del Gran Festival de los Sueños!", exclamó Floro, un Marzito de colores vibrantes y ojos brillantes.

"Espero que esta vez podamos invitar a un humano a vivir la experiencia", añadió Lola, una Marzito con alas que resplandecían como el sol.

Los Marzitos eran unos seres alegres y juguetones, que viajaban en burbujas de colores y podían hacer volar a las estrellas. Floro y Lola, entusiasmados, decidieron que querían llevar a Valentina al festival.

Mientras Valentina seguía mirando el telescopio, de repente, una brillante burbuja apareció frente a ella.

"¡Hola! Soy Floro!", dijo el Marzito, parpadeando con emoción.

"Y yo soy Lola! Venís a Marte con nosotros?", agregó la Marzito con voz melodiosa.

Valentina sintió una mezcla de asombro y alegría.

"¡Sí! ¡Me encantaría!", gritó mientras se subía a la burbuja.

Al instante, la burbuja empezó a volar hacia el espacio. Valentina veía cómo la Tierra se alejaba, y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaban en Marte. El planeta era un lugar mágico lleno de árboles de algodón de azúcar y ríos de limonada.

"Bienvenida a nuestro hogar!", dijo Floro entusiasmado.

"Ahora tenemos que prepararnos para el festival. ¡Es la mejor parte del año!", añadió Lola.

El festival incluiría juegos, bailes y una gran fiesta de luces. Pero en medio de la preparación, Floro y Lola se dieron cuenta de que faltaba la Estrella de Sueños, un gran faro que iluminaba el festival en la noche.

"Sin la Estrella, no podremos celebrar!", lamentó Floro.

"¡No se preocupen! Podemos encontrarla!", propuso Valentina.

Los tres decidieron partir en una aventura por los cerros de Caramelo, navegando en ríos de arcoíris y subiendo montañas de chispas. A medida que exploraban, se encontraban con distintas criaturas increíbles: hadas de polvo de estrellas, dragones que soltaron burbujas de alegría y música proveniente de imponentes árboles cantores.

"¡Este lugar es mágico!", exclamó Valentina.

"Y lo mejor de todo es que cada criatura tiene un sueño. ¡Deberíamos hacer algo!", sugirió Lola.

Así que los amigos comenzaron a ayudar a los seres de Marte a cumplir sus sueños. Desde ayudar a una hada a encontrar su varita perdida, hasta guiar a un dragón tímido a hacer nuevos amigos. Cada vez que ayudaban a cumplir un sueño, una pequeña estrella iluminaba el cielo y se unía a ellos.

Finalmente, después de un arduo día de diversión y desafíos, Valentina, Floro y Lola llegaron a la cumbre de la Montaña de la Imaginación. Allí, con un brillo especial, estaba la Estrella de Sueños.

"¡La encontramos!", gritaron emocionados.

"¡Vamos a llevarla al festival!", propuso Valentina.

Los tres unieron fuerzas y, con la Estrella en manos, volaron de regreso al área del festival. Cuando llegó la noche, todo Marte se llenó de luces brillantes y risas.

El festival comenzó, y los Marzitos, Valentina, y las criaturas de Marte celebraron juntos. Valentina bailó, rió y, sobre todo, hizo amigos para toda la vida.

"¡Gracias por compartir este día con nosotros!", agradeció Floro.

"¡Nunca lo olvidaré!", expresó Valentina, con los ojos llenos de estrellas.

Al final de la noche, era el momento de volver a casa. Valentina se despidió de sus nuevos amigos, prometiendo volver algún día.

Y así, regresó a su hogar en la Tierra, llevando consigo un brillo especial en su corazón, llena de los sueños de Marte y la promesa de que los sueños, con un poco de ayuda, pueden hacerse realidad.

FIN.

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