El Planeta Dulce
Había una vez un astronauta llamado Tomás que se encontraba explorando el universo en su nave espacial. Un día, mientras navegaba por el espacio, descubrió un planeta muy extraño.
Era de color rosa y parecía estar hecho completamente de golosinas. Tomás no podía creer lo que veían sus ojos. ¡Un planeta hecho de golosinas! Decidió aterrizar su nave para investigar más de cerca.
Cuando salió de la nave, Tomás se encontró con una sorpresa aún mayor: los habitantes del planeta eran pequeños seres dulces y amigables que vivían entre las gomitas, caramelos y chocolates. -¡Hola amigo! -dijo uno de los habitantes del planeta-. ¿Qué te trae a nuestro mundo? -¡Hola! -respondió Tomás emocionado-.
Soy un astronauta explorador y vine aquí para conocer tu mundo. -¡Bienvenido entonces! -exclamaron todos los seres al unísono-. Pero antes debemos advertirte algo importante: aunque nuestro mundo es dulce y tentador, también puede ser peligroso si no tienes cuidado.
Tomás asintió con la cabeza en señal de entendimiento pero no pudo resistirse a probar algunos caramelos. De repente, comenzó a sentirse mareado.
Se dio cuenta demasiado tarde que había comido demasiadas golosinas sin moderación y ahora estaba sintiendo las consecuencias. Los pequeños seres del planeta rápidamente acudieron en su ayuda ofreciéndole agua fresca para hidratarse y frutas para equilibrar su dieta. Le enseñaron sobre la importancia de comer saludablemente aunque se encuentre rodeado de golosinas.
Tomás aprendió una valiosa lección ese día. Descubrió que aunque las cosas dulces pueden ser deliciosas, es importante cuidar su salud y consumir con moderación.
Después de pasar algunos días en el planeta, Tomás se despidió de sus nuevos amigos y regresó a casa con mucha más sabiduría y experiencia. A partir de ese momento, se aseguró de mantener una dieta equilibrada incluso en sus viajes espaciales.
Y así termina la historia del astronauta explorador que aprendió la importancia del equilibrio alimenticio incluso en un mundo hecho de golosinas.