El Ploelbro de la Llorona



Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de hermosos bosques y ríos, un lugar donde los niños solían jugar y reír. Pero, en las noches de luna llena, una extraña historia recorría sus calles: la leyenda de la Llorona. Algunos decían que su llanto podía ser escuchado en el viento, mientras otros creían que su espíritu cuidaba el río que daba vida al pueblo.

Una noche, un grupo de niños decidió aventurarse a la orilla del río, curiosos por conocer a la famosa Llorona. Entre ellos estaba Tomás, un chico valiente; Valentina, su mejor amiga, que siempre tenía buenas ideas; y Mateo, un soñador que creía en las historias mágicas.

"¿Por qué no vamos a buscarla?" - propuso Tomás emocionado.

"¿Y si es aterradora?" - preguntó Valentina, un poco nerviosa.

"Debe ser solo una leyenda" - respondió Mateo, con una sonrisa, "Tal vez podemos descubrir que es una anciana amable".

Los amigos llegaron al río y, aunque al principio todo parecía tranquilo, comenzaron a oír un suave llanto que resonaba en el aire.

"¿Escucharon eso?" - susurró Valentina, con los ojos abiertos como platos.

"Sí, es ella... la Llorona..." - dijo Tomás, sin poder contener su emoción.

Con valentía, se acercaron al sonido. Cuando llegaron al borde del agua, vieron a una figura difusa y hermosa que lloraba, con una melena larga y una gran tristeza en sus ojos.

"¿Por qué lloras, hermosa dama?" - se animó a preguntar Mateo, a pesar de su miedo.

"¡Oh, niños!" - exclamó la Llorona, "Lloro por la tristeza de la soledad. Nadie se acerca a mí porque tienen miedo. Siempre piensan que soy un monstruo, pero en realidad, solo quiero compañía".

Los niños se miraron sorprendidos. El alma de la Llorona no era malvada, simplemente estaba triste.

"¿Cómo podemos ayudarte?" - preguntó Valentina, dejando su miedo atrás.

"Solo desean que alguien me escuche y comparta historias conmigo" - murmuró la Llorona.

Así fue como los niños decidieron sentarse a su lado, olvidando sus miedos. Lo que siguió fue una noche mágica, llena de historias contadas por la Llorona, que la trasladaron a momentos felices de su vida.

"Era una vez un pueblo hermoso como el vuestro, lleno de risas y alegría..." - empezó la Llorona mientras los niños escuchaban embobados.

El tiempo pasó volando y, antes de darse cuenta, la luna comenzó a bajar.

"Debemos irnos, pero prometemos venir a visitarte" - dijo Tomás.

La Llorona sonrió por primera vez.

"Gracias, niños. Son un rayo de luz en mi vida. Recuerden, lo que parece aterrador a veces solo necesita amor y compañía".

Desde esa noche, los niños visitaron a la Llorona regularmente. Aprendieron que, aunque algunas personas y criaturas pueden parecer tenebrosas, a menudo esconden historias y corazones llenos de tristeza que solo esperan ser escuchados. El temor se convirtió en amistad, y la Llorona dejó de llorar, compartiendo risas y aventuras con sus nuevos amigos.

Así, el pueblo no solo ganó una nueva historia, sino también un nuevo amigo que se volvió parte de sus leyendas, demostrando que a veces lo que más tememos es lo que más necesitamos entender. Y así, el lamento de la Llorona se convirtió en risas, uniendo a plena luz del día a un grupo de amigos y la buena compañía de una alma solitaria.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!