El poder de creer


Había una vez un niño llamado Tomi que vivía en un pequeño pueblo. Desde muy pequeño, Tomi siempre había sentido una gran fascinación por la magia.

Soñaba con poder hacer aparecer conejos de la nada y hacer desaparecer objetos misteriosamente. Un día, mientras jugaba en el parque del pueblo, Tomi vio a una mujer mayor sentada en un banco. La mujer parecía triste y solitaria. Tomi decidió acercarse y preguntarle si estaba bien.

"Hola, señora ¿Está todo bien?"- preguntó Tomi con curiosidad. La mujer levantó la mirada y sonrió al ver al niño preocupado por ella. Su nombre era Marcela, pero todos la llamaban Tía Marce. "Hola, niño curioso.

Me llamo Marcela, pero puedes decirme Tía Marce"- respondió la mujer amablemente. "Sí estoy bien, solo estoy recordando viejos tiempos. "Tomi se sentó junto a ella y comenzaron a hablar de muchas cosas interesantes.

Tía Marce le contó historias sobre su juventud y las aventuras que había tenido cuando era joven. Tomi quedó asombrado con todas sus anécdotas. "¡Wow! ¡Tía Marce usted es como una verdadera maga! ¿Ha hecho algún truco de magia alguna vez?"- preguntó emocionado el niño.

Tía Marce rió suavemente y le dijo: "Bueno, quizás no soy una maga profesional como tú quieres serlo algún día"- respondió-. "Pero sí sé algunos trucos sencillos. "Los ojos de Tomi brillaron de emoción.

Le pidió a Tía Marce que le enseñara algunos trucos y ella aceptó encantada. Durante los días siguientes, Tomi pasaba mucho tiempo con Tía Marce aprendiendo nuevos trucos de magia. Juntos, practicaban hacer aparecer monedas detrás de las orejas y desaparecer pañuelos en sus manos.

Un día, mientras estaban en el parque practicando un nuevo truco, se acercó un grupo de niños mayores que comenzaron a burlarse de Tomi por querer ser mago.

"¡Mira! ¡El pequeño mago quiere hacer trucos!"- se burlaron los niños mayores. Tomi se sintió muy triste y desanimado. Comenzó a dudar de sí mismo y pensó que tal vez no era lo suficientemente bueno para ser un mago.

Tía Marce notó la tristeza en los ojos del niño y decidió intervenir. Se levantó con determinación y enfrentó a los niños mayores. "¿Saben qué? La verdadera magia no está solo en hacer trucos"- les dijo Tía Marce con voz firme-.

"La verdadera magia está en creer en uno mismo y nunca dejar que nadie te haga sentir menos. "Los niños mayores quedaron sorprendidos por las palabras de Tía Marce. No sabían qué decir y se alejaron avergonzados. Tomi miró a su tía maravillado.

Había aprendido una valiosa lección ese día: la confianza en uno mismo es la mayor magia que puede existir. Desde ese momento, Tomi continuó practicando sus trucos de magia con alegría y determinación.

Ya no le importaba lo que los demás pensaran, porque sabía que la verdadera magia estaba en su interior. Con el tiempo, Tomi se convirtió en un mago increíblemente talentoso. Viajó por todo el mundo llevando sonrisas a las personas con sus espectáculos mágicos.

Y cada vez que realizaba un truco, recordaba las palabras de Tía Marce: "La verdadera magia está en creer en uno mismo".

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