El poder de cuidar el planeta



Había una vez un niño llamado Tomás, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos paisajes. A pesar de la belleza del lugar, Tomás tenía una mala costumbre: tiraba mucha basura por doquier.

Todos los días, después de terminar su merienda, Tomás salía al patio trasero y arrojaba envoltorios de caramelos y papeles al suelo sin importarle las consecuencias.

Su madre le decía constantemente que esto estaba mal y que debía cuidar el medio ambiente, pero él simplemente no le prestaba atención. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos Lucas y Martina, Tomás vio algo extraño. Un grupo de animalitos se había reunido cerca del contenedor de basura.

Eran un zorro travieso llamado Rony, una ardilla inquieta llamada Lila y un conejito simpático llamado Benito. Tomás se acercó a ellos curioso y les preguntó qué estaban haciendo ahí.

Rony el zorro le respondió: "-Estamos buscando comida porque nuestro hogar está lleno de basura". Tomás quedó sorprendido por la respuesta y se dio cuenta de que sus acciones tenían consecuencias negativas para los animales del lugar. Decidió cambiar su actitud y ayudar a limpiar el pueblo.

Con ayuda de sus amigos Lucas y Martina, comenzaron a organizar jornadas de limpieza en las calles del pueblo. Repartieron bolsas para reagarrar la basura e invitaron a todos los vecinos a sumarse al movimiento "Pueblo Limpio".

La primera jornada fue todo un éxito; muchos vecinos se unieron a la causa y juntos lograron recolectar una gran cantidad de basura. Tomás se sentía feliz de ver cómo su pueblo volvía a lucir limpio y hermoso. Pero la historia no termina ahí.

Un día, mientras Tomás paseaba por el bosque cercano al pueblo, encontró una cueva misteriosa. Decidió entrar con mucho cuidado y descubrió que dentro había un búho sabio llamado Donaldo.

Donaldo le habló sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y le enseñó cómo reciclar los residuos para darles una segunda vida. A partir de ese momento, Tomás se convirtió en el defensor del reciclaje en su pueblo.

Organizó talleres educativos donde enseñaba a los niños a separar la basura correctamente y reutilizar materiales para crear juguetes divertidos. También promovió la plantación de árboles en el parque para ayudar a purificar el aire.

Con el tiempo, gracias al esfuerzo de Tomás y sus amigos, el pueblo se convirtió en un ejemplo de limpieza y conciencia ambiental. Los animales recuperaron su hogar y todos vivieron felices rodeados de naturaleza saludable.

Tomás aprendió la valiosa lección de que nuestras acciones tienen consecuencias, tanto positivas como negativas, y que es responsabilidad de cada uno cuidar del entorno en el que vivimos. Desde aquel día, nunca más volvió a tirar basura por doquier.

Se convirtió en un verdadero guardián del medio ambiente e inspiró a muchos otros niños a hacer lo mismo. Y así fue como Tomás transformó su mala costumbre en una hermosa oportunidad de cambio.

FIN.

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