El poder de Julieth



Había una vez una niña llamada Julieth, quien era delgada y alta, con cabello largo y lacio. Era una niña muy inteligente y bonita, pero también tenía un carácter fuerte.

A veces se enojaba fácilmente, pero por dentro era amable, amorosa, tierna e impulsiva. Julieth vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos. Desde muy pequeña, mostró su inteligencia al sobresalir en la escuela.

Siempre estaba ansiosa por aprender cosas nuevas y resolver problemas complicados. Sin embargo, su carácter impulsivo a veces le causaba problemas. Un día, mientras jugaba con sus amigos cerca del río, se tropezó con una piedra y cayó al agua.

Por suerte, sus amigos estaban cerca para ayudarla a salir rápidamente. -¡Julieth! ¡Ten más cuidado! -le dijo Marcos preocupado-. No puedes dejarte llevar por tus impulsos todo el tiempo. Julieth se sintió avergonzada por lo que había pasado y decidió hacer algo al respecto.

Sabía que debía aprender a controlar su temperamento para no lastimarse o lastimar a los demás. Decidió hablar con su abuelita Sofía sobre el tema. Abuelita Sofía era sabia y siempre tenía buenos consejos para dar.

-Abuelita Sofía -dijo Julieth-, quiero aprender a controlar mi temperamento impulsivo ¿puedes ayudarme? La abuelita Sofía sonrió dulcemente y respondió:-Claro que sí querida Julieth. La clave está en aprender a respirar profundo antes de actuar cuando te sientes enojada.

Además, puedes contar hasta diez para darte tiempo a pensar antes de reaccionar. Julieth siguió el consejo de su abuelita y comenzó a practicar la respiración profunda y el conteo hasta diez cada vez que se sentía enojada.

Poco a poco, fue notando cómo su temperamento impulsivo se calmaba y lograba pensar con claridad antes de actuar. Un día, mientras jugaban al fútbol en el parque, Julieth notó que su amiga Valentina estaba triste.

Se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba. -Mi perro se escapó esta mañana -dijo Valentina con lágrimas en los ojos-. Estoy muy preocupada por él. Julieth sintió empatía por su amiga y decidió ayudarla.

Utilizando su inteligencia, ideó un plan para buscar al perro perdido de Valentina. Organizó a todos sus amigos del pueblo y juntos recorrieron todas las calles buscando al animal amigo.

Finalmente, después de una larga búsqueda, encontraron al perro escondido detrás de un arbusto cerca del río. Valentina no podía contener la emoción y abrazó fuertemente a Julieth. -¡Gracias Julieth! ¡Eres la mejor amiga del mundo! -exclamó Valentina emocionada.

Julieth sonrió feliz porque pudo ayudar a su amiga gracias a haber aprendido controlar su temperamento impulsivo. A partir de ese día, continuó utilizando sus habilidades para resolver problemas y siempre recordaba respirar profundo y contar hasta diez cuando algo la molestaba.

La historia de Julieth se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo. Aprendieron que, aunque tengamos ciertos rasgos de personalidad, siempre podemos trabajar en mejorar y ser mejores personas. Desde entonces, Julieth continuó siendo una niña inteligente, bonita y con un temperamento fuerte, pero ahora sabía cómo controlarlo.

Se convirtió en una inspiración para otros niños y nunca dejó que sus impulsos negativos la dominaran. Y así, Julieth vivió muchas aventuras emocionantes mientras seguía aprendiendo y creciendo cada día más. Fin.

FIN.

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