El poder de la alegría


Había una vez en un colegio muy especial, un grupo de niños y niñas de primero de Primaria que parecían llevar encima una nube gris. Sus risas eran tímidas, sus ojos brillaban poco y sus sonrisas apenas se asomaban.

La profe Izas, una maestra cariñosa y llena de alegría, notó que algo no estaba bien. Decidió hacer algo al respecto.

Un día, durante la clase de arte, la profe Izas reunió a todos los niños en el suelo del aula y les dijo con entusiasmo: "Hoy vamos a hacer algo muy especial. Vamos a llamar a la tribu de la risa para que nos ayude a encontrar nuestra alegría perdida".

Los niños se miraron entre sí con curiosidad, sin saber qué esperar. La profe Izas sacó una caja mágica llena de colores brillantes y objetos extraños.

Les contó a los niños sobre la tribu lejana conocida como la tribu de la risa, un grupo de seres mágicos que tenían el poder de traer alegría y felicidad a quienes lo necesitaran. "¿Cómo los llamaremos?", preguntó Juanito con los ojos llenos de asombro.

"Con una canción mágica", respondió la profe Izas mientras sacaba un tambor decorado con dibujos coloridos. Los niños se emocionaron al instante y comenzaron a cantar y tocar el tambor siguiendo el ritmo marcado por la maestra.

De repente, una luz brillante envolvió el aula y ante los ojos sorprendidos de los niños apareció la tribu de la risa. Eran seres pequeños con sombreros extravagantes, narices rojas y zapatos enormes que hacían ruidos divertidos al caminar.

"¡Hola! ¡Somos la tribu de la risa!", exclamaron al unísono mientras hacían piruetas en el aire. Los niños no podían contener su emoción ante aquella presencia tan extraordinaria. La tribu les enseñó juegos divertidos, chistes graciosos e historias increíbles que hicieron reír a carcajadas a todos en el salón.

Poco a poco, las caritas serias se iluminaron con sonrisas radiantes y los corazones apagados se llenaron de alegría. "¡Gracias por traer tanta felicidad!", exclamó Martina abrazando a uno de los miembros más pequeños de la tribu.

"Recuerden siempre buscar la alegría en las pequeñas cosas", dijo uno de ellos antes desaparecer en un destello luminoso. Desde ese día, los niños del colegio nunca más volvieron a estar tristes o apagados.

Habían aprendido que la verdadera magia reside en compartir momentos felices con quienes amamos y en encontrar motivos para sonreír cada día.

Y así fue como gracias al poder mágico e increíblemente contagioso de la tribu lejana llamada la tribu de la risa, los niños descubrieron que siempre hay razones para reírse y ser felices juntos. Fin

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