El Poder de la Amistad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, un niño llamado Tomás que adoraba jugar en el parque. Sin embargo, a veces se dejaba llevar por las bromas de sus amigos y sin pensarlo, les hacía travesuras a los animales del lugar. Un día, mientras jugaba al fútbol, el balón se fue rodando hacia un arbusto.

"¡Vamos a buscarlo!" - dijo su amigo Lucas, mientras se acercaban al arbusto.

Al asomarse, encontraron un pequeño perrito temblando.

"Mirá a este pobrecito, parece asustado" - dijo Tomás riendo.

"Dejémoslo, no es más que un perro callejero" - respondió Lucas, pero algo en la mirada del perrito hizo que Tomás sintiera un nudo en el estómago.

En ese instante, el perrito, con sus grandes ojos marrones, levantó la cabeza y le ladró suavemente.

"¿Por qué nos molestas?" - le preguntó Tomás.

"Solo tengo hambre y miedo. No quiero hacerles daño" - respondió el perrito sorprendentemente.

Acomodando sus ideas, Tomás decidió que era mejor ayudar al perrito.

"Bueno, no hace falta asustarse. Podemos llevarte a casa y darte algo de comer" - dijo Tomás, dándose cuenta de que el animal estaba más asustado de lo que él jamás había pensado.

Mientras caminaban, Lucas se ríe y dice:

"Pero es solo un perro, ¿para qué perder tiempo?"

"Porque es un ser vivo, como nosotros, y merece respeto" - contestó Tomás con determinación. Pronto, el perrito comenzó a andar junto a ellos con más confianza.

Después de un rato, llegaron a la casa de Tomás, donde le dieron de comer y un lugar para dormir.

"Gracias por ayudarme" - dijo el perrito, mientras masticaba su comida. "Yo soy Rocco, y te prometo que seré tu amigo para siempre".

Pasaron los días y Tomás se dio cuenta de que cuidar a un animal lo hacía sentir muy bien. Cada vez que se encontraban con otros animales en el parque, Tomás hablaba con ellos, les traía comida y les daba cariño.

Un día, mientras jugaban en el parque, vieron a un grupo de chicos rodeando a un gato, lanzándole pelotitas y riendo.

"¡Eso no está bien!" - gritó Tomás mientras corría hacia ellos. "¿No ven que el gato tiene miedo?"

Los chicos se rieron nuevamente

"Solo es un gato, no pasa nada" - uno de ellos le dijo.

Pero Tomás no se rindió.

"¡Vengan, les voy a mostrar lo que es ayudar a un animal!" - y se acercó al gato. "Mirá, no queremos hacerte daño. Solo vamos a jugar juntos".

Al principio, el gato se escondió detrás de un árbol, pero luego, viendo a Tomás y a Rocco, se acercó.

"Mirá, un nuevo amigo" - dijo Tomás, sonriendo. "Si le das un poco de espacio, él también va a jugar con nosotros".

Los chicos comenzaron a reír.

"No sabíamos que podías hablar con los animales" - uno de ellos dijo.

Entonces, Tomás decidió que sería el defensor de los animales

"Si no los cuidan, no van a tener amigos como Rocco. Hay que ser amable y respetuoso".

Los demás chicos se miraron, reflexionando sobre lo que Tomás dijo. Al final, decidieron dejar al gato en paz y comenzaron a jugar con él.

"¡Bien hecho!" - le dijo Rocco a Tomás. "La amistad y el respeto son poderosos".

Desde ese día, Tomás y sus amigos se convirtieron en los protectores de todos los animales del parque, llevándoles comida y cariño, y enseñando a otros niños a hacer lo mismo. Aprendieron que todos los seres vivos merecen ser tratados con respeto y amor.

Y así, Tomás no solo se ganó un amigo leal como Rocco, sino que también inspiró a todos a ser amables con los animales.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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