El Poder de la Amistad
Era un día soleado en la escuela, y Leonela, una niña de 9 años con una enorme sonrisa, estaba ansiosa por la clase de educación física. Sus amigos siempre la esperaban con abrazos y risas, porque su alegría era contagiosa.
Esa mañana, mientras todos corrían hacia el campo, Leonela notó que su amiga Brenda estaba sentada sola, con la cabeza agachada.
"¡Brenda! ¿Qué te pasa?" - preguntó Leonela, preocupada.
"No sé, me siento un poco triste hoy..." - respondió Brenda con voz apagada.
Leonela se acercó y se sentó a su lado.
"Pero, ¿qué te pone así? Podemos arreglarlo juntas. ¡Mirá, hoy vamos a jugar al fútbol!" - dijo Leonela, tratando de animarla.
"Me gustaría, pero no sé si quiero jugar..." - contestó Brenda, con los ojos llenos de tristeza.
Entonces, Leonela tuvo una idea brillante.
"¿Y si hacemos un súper equipo? Vos y yo, ¡más un toque de magia! ¿Te acordás cuando ganamos el partido el año pasado?"
"Sí, pero eso fue hace tanto tiempo..." - dijo Brenda, esbozando una pequeña sonrisa.
"Bueno, ¿y si practicamos un poco?" - insistió Leonela. Brenda dudó un momento, pero la determinación de su amiga la inspiró.
"Está bien, un poquito nomás..." - aceptó, comenzando a levantarse.
Mientras tanto, la profesora llegó y dio las instrucciones para el calentamiento. A medida que todas las niñas se estiraban y corrían, Leonela y Brenda comenzaron a hacer recortes y pases. Leonela no paraba de animar a su amiga.
"¡Vamos, Brenda! ¡Sos la mejor!"
Después de unos minutos, el rostro de Brenda comenzó a iluminarse.
"¡Mirá, Leonela! ¡Pude darle un pase perfecto!" - gritó emocionada.
"¡Sí! ¡Y ahora vamos por un gol!" - respondió Leonela, corriendo junto a ella.
El entusiasmo fue creciendo y, en un abrir y cerrar de ojos, el nerviosismo se transformó en alegría. Las dos jugadoras se comunicaban y se reían, disfrutando cada momento como el más importante de la clase.
Al llegar la hora del partido, Leonela tuvo otra gran idea.
"Brenda, tenemos que hacer algo especial. ¡Vamos a crear un baile para celebrar cada gol que hagamos!"
"¡Sí! ¡Eso será genial!" - respondió Brenda, llenándose de energía.
A medida que el partido avanzaba, ellas anotaron dos goles, y cada vez que lo hacían, celebraban con su baile inventado.
"¡Uno! ¡Dos! ¡Goooooool!" - gritaban juntas, haciendo pasos divertidos que alegraban a todos.
Al final de la clase, Leonela y Brenda estaban exhaustas, pero felices.
"Gracias, Leonela. Me hiciste sentir mejor. ¡Nunca pensé que podría transformar mi día así!" - dijo Brenda, abrazando a su amiga.
"Siempre estoy para vos, amiga. ¡La amistad tiene un poder increíble!" - respondió Leonela con una sonrisa.
Con la sensación de logro y felicidad, las dos se despidieron. La tristeza de Brenda se había ido, y a partir de ese día, entendieron que juntos podían superar cualquier momento difícil. Aunque a veces el camino parece complicado, el apoyo de un amigo hace que todo sea más sencillo, claro y divertido. Y así, Leonela y Brenda siguieron disfrutando cada clase de educación física, armando sus propios rituales de alegría, siempre recordando que la amistad es la magia que transforma cualquier tristeza en risa.
FIN.