El Poder de la Amistad
En una pequeña escuela de Buenos Aires, había una niña llamada Lila. Lila era tímida y un poco diferente a los demás niños; le encantaba dibujar y leer. Sin embargo, su pasión a menudo la convertía en blanco de burlas en el recreo. A Lila le decían —"lasierta" porque casi siempre se distraía en sus propios mundos de colores y cuentos.
Una mañana soleada, mientras Lila estaba sentada bajo un árbol dibujando, un grupo de niños se acercó. Uno de ellos, Tomás, empezó a molestarla.
"¡Mirá a Lila, la que vive en un cuento de hadas!" - gritó entre risas.
Lila bajó la mirada, sintiéndose cada vez más pequeña. Estaba acostumbrada al bullying, pero eso no hacía que le doliera menos. Justo en ese momento, su amiga Simona apareció corriendo.
"¡Dejen a Lila en paz!" - exclamó con voz firme. "Ella solo quiere disfrutar de su merienda y alejarnos del drama."
Tomás, sorprendido por la interrupción, le lanzó una mirada despectiva. "¿Y quién te creés para defenderla?" - dijo con desdén.
Simona respiró hondo y respondió "Soy su amiga, y sé que a Lila le gusta ser diferente. Todos somos únicos y eso está bien. ¡No necesitamos encajar en un molde!" - Dijo mientras se puso de pie entre Lila y los matones.
Los niños empezaron a murmurar y a mirarse entre ellos, seguramente porque nunca habían escuchado a alguien defender a Lila así. En ese momento, dejó de importarles burlarse de ella, y se fueron, dejando a ambas chicas solas.
"Gracias, Simona" - dijo Lila con una voz suave, aún un poco insegura. "No sé qué haría sin vos."
"Amiga, nunca dejes que nadie te haga sentir menos. No estamos en un cuento de hadas, pero podemos ser las heroínas de nuestra propia historia" - respondió Simona con una sonrisa.
La semana pasó y la actitud de Simona levantó el ánimo de Lila. Juntas comenzaron a trabajar en un proyecto de arte en la escuela. Decidieron pintar un mural que reflejara su amistad y la importancia de aceptarse a uno mismo. Era algo que querían compartir con todos, no solo con sus compañeros, sino también con los niños que la molestaban.
Durante el proceso, se encontraban con más niños que se acercaban a ver lo que estaban haciendo. Algunas veces, incluso los mismos que solían molestar a Lila se detuvieron a mirar, curioso.
Un día, Tomás, con simpatía en la mirada, se acercó de nuevo. "¿Puedo ayudar?" - preguntó tímidamente. Lila se sorprendió mucho, pero Simona, siempre atenta, le sonrió y dijo "Por supuesto, ¡cuantas más manos, mejor!" - Lo invitaron a unirse.
Lila lo miró y dijo "Claro, si verdaderamente quieres estar aquí, puede ser divertido" - y así, inesperadamente, la relación entre ellos comenzó a cambiar. Con cada pincelada, empezaron a conversar y reírse.
Tomás comenzó a entender que el arte también podía ser una forma de comunicarse y que no siempre había que ser así de cruel. Con el tiempo, le contaron a él y a otros compañeros que a veces podía ser difícil ser diferente, pero que todos tenían algo único que aportar.
Un mes después, el mural estaba terminado, y había cobrado vida con colores brillantes y dibujos que representaban diferentes personalidades y talentos. Sintieron que su mensaje de amistad y aceptación era ahora visible para todos. El día de la presentación, las niñas invitaron a toda la escuela, incluyendo a aquellos que alguna vez habían sido crueles.
Cuando los niños vieron el mural, comenzaron a aplaudir. Simona, nerviosa, tomó el micrófono y dijo: "Este mural es una representación de nuestra historia y de todas las historias que hay en esta escuela. Todos somos diferentes y eso es lo que nos hace especiales. Pueden burlarse de nosotros, pero nunca nos quitarán nuestra amistad."
Al final del evento, Tomás se acercó a Lila. "Perdón por todo, realmente me equivoqué. Me gustaría que pudiéramos empezar de nuevo, como amigos."
Lila, aún un poco cautelosa, sonrió y respondió "Las segundas oportunidades son importantes. Te acepto, siempre y cuando sigas apoyando a todos como lo hiciste hoy." -
Desde ese día, la amistad de Lila y Simona floreció aún más. Juntos demostraron que, con valor y apoyo, podían superar cualquier adversidad. Y así, la historia de Lila fue transformada por el poder de la amistad, recordando a todos que ser diferente es una bendición y que, unidos, somos más fuertes.
El mural se convirtió en un símbolo de unidad y aceptación en la escuela, un recordatorio de que la bondad siempre triunfa sobre la burla.
Fin.
FIN.